lunes, 7 de diciembre de 2009

FRENTE AL ESPEJO

Hoy estoy triste
me he dado el permiso
porque tengo el inalienable derecho
de otorgarme un minuto para estar triste,
y sesenta segundos para reflexionar por qué,
por que no siempre se lleva la felicidad.
Por la mañana,
cuando dejé el tálamo de mi soledad,
me detuve frente al espejo y vi mi rostro cetrino.
Le dije a mi cara barbada y taciturna,
muchos días estuviste alegre
compañera de siempre,
amiga de mis triunfos fallidos,
cómplice de mis derrotas tardías,
camarada de mis quimeras en naufragio.
Otra mañana volveré a verte afeitada y feliz.
Entonces,
después de decirme a mi mismo eso,
hube de entender frente al cristal plateado,
viendo mi rostro,
que por un instante de alegría
hay miles de tristeza,
sin embargo,
volveré a sonreír, y recomenzaré.

EXTRAVÍO

Fueron aquellos días de tu repentina ausencia
gotas de un río sin riveras
viajando por un torbellino de antiguas nostalgias
en busca de una orilla para enterrar mi dolor.
Fueron esos mismos días
lágrimas peregrinas lloviendo en mis ojos
bajo un tapete azul-oscuro de estrellas
como luciérnagas alucinadas.
Los días se tornaron siglos de ilusiones
naufragando en las aguas viajeras
de un implacable destino condenado al olvido
que fugaz, tímido, y taciturno, evocaba el ayer.
Fue entonces la hora del silencio,
de los instantes trémulos,
de los días idos sobre aguas turbulentas
en los que navegué sin albedrío y sin hallar tu sombra
ni el rastro de tus huellas
sobre la arena de la playa del mar de mi angustia.
Yo caminaba por el sendero de los instantes
como un caminante sin camino en la noche densa
cual murciélago que vuela sin rumbo
para incrustarse en las tinieblas.
Te buscaba en la melancolía de aquellos días
en el enjambre de las estrellas en delirio
en los siglos de ilusiones
en el estribillo de una canción lejana.
Me sumergí en el charco de mis lágrimas peregrinas
bajé al fundo del recuerdo
pero sólo hallé en la profundidad de ese abismo
el espectro moribundo de tu falaz amor.
Fueron esos días de adiós
un recuerdo en exilio, una memoria ya marchita
cruzando las fronteras de un antiguo extravío,
de un cúmulo ácido y puntilloso de eternas nostalgias.

EXTRAVIADOS Y PERDIDOS

Vivimos perdidos, porque nos han extraviado
venimos de un antiguo extravío del cual hay que parar
o de lo contrario vamos al abismo.

Gonzalo Arango



Aquí estoy ahora
sentado en una nube encima del mar
viendo pasar por las calles de mi antigua y mustia ciudad
el verso rígido / el verso libre / el soneto / el alejandrino
todos llevan el mensaje del viento
en la irrevocable sentencia de la palabra
La ciudad está triste
porque el verso pasa de largo por mi pueblo / perdido / extraviado
pasa por mi mar
también pasan los días / las aurora, después,
con la lentitud de las horas
pasa el crepúsculo
Yo aún permanezco ahí,
esta vez en el extremo occidental de la nube / en una grieta de la orilla
para convocar al verso rebelde / al beligerante
a fin de enfrentar esta guerra / derrotar este tedio
tedio que fastidia / ascua ácida en los nervios
como una decantación en todos los miembros,
porque hay congoja en el pensamiento y heridas en la memoria
Me duele el dolor del otro / me duele tu dolor
la melancolía de la ausencia
la nostalgia del olvido
siento en las vísceras
el charco tibio de las lágrimas del desaparecido / del combatiente
del secuestrado / del mártir que buscaba paz y libertad
Ya no cabe tanto horror en los cañones
en los cementerios
en las fosas comunes
en las casas vacías de los desplazados
en el corazón de los que en verdad
viven en la guerra, pues, “vivimos perdidos, porque nos han extraviado”

ERÉNDIRA

Sobre el alero infame de su desdicha
la triste Eréndira como una sirena sin mar
su increíble historia lloraba.
Desde el azul de un piélago sin límites
Ulises cual romero desesperado
por la ardiente arena la buscaba.
Y fue que una arpía
una loca y avara anciana
una infame abuela desalmada
por un incendio
le cobró con su impoluta flor
de doncella humana y sencilla
el fatal desastre.
Y el poeta dice
que a Ulises por el desierto
ha visto correr
buscando a Eréndira
entre los arreboles de un atardecer.

ELENA

Una noche, dormido como un morfeo
embebido en sueños alucinantes
llegó hasta mi cuarto una fantástica mariposa
con rostro de mujer.
Sus alas de noche como la oscuridad de la habitación,
se movían suavemente por el viento gélido
que entraba a través de la ventana.
Sus ojos eran de distancia, y su mirada,
era de águila en vuelo.
De repente, sentí un estrépito de alas
semejante a un huracán en parto,
me levanté de mi lecho alucinando como un nepente,
adormilado, soñando sueños de delirio.
Fue entonces cuando pregunté en el abismo de la noche,
quién había perturbado mis sueños
en aquel remanso de silencio y soledad.
La mariposa dijo: “Elena”. Entonces,
aún dormido, delirando en la oscuridad,
me dije, qué extraño soñar con una mariposa,
y más todavía, con rostro de mujer, y de nombre Elena.
Me acerqué y vi su faz.
Sus ojos eran más profundos
que la profundidad del mar de la noche
en que me hallaba flotando.
La mariposa emprendió el vuelo
y salió con el viento gélido por la ventana de mi cuarto.
Y el poeta cuenta, que entre sueños y deseos de amar
a una mariposa con rostro de mujer
una efímera noche de delirio ha visto llegar
y cuenta también, que cuando sueña
por la ventana de su habitación la ve entrar.

EL POETA

No hay poeta feliz,
pero el poeta es el más feliz de los mortales.
Vicente Quirarte


Yo, creía que era poeta
Soñaba con castillos de palabras
tejidos con versos artificiales / paraísos iris /
De niño bajaba las estrellas
y jugaba con ellas
al otro lado de la orilla del mar
navegando en mis barquitos pueriles de papel
Como creía que yo era poeta
te buscaba para amarte
en la cresta de la ola
y surcar tu cuerpo de espumas azules
por el camino de tus tibios senos de caracol rosado
para ser feliz por un instante / en un suspiro /
y naufragar en el alero del olvido
como cualquier mortal
Me reconocí en el oficio de poeta
ad honorem / sin salario / temerario /
soportando la crítica infame
de los pontífices del verbo y la palabra
jueces soberbios del verso y la prosa
Yo, aspirando fama / inspirado / orate / ebrio /
pero con la humildad del misionero, fui cauto
Sin embargo
seguí el derrotero silente del bardo
del loco que era
porque “la demasiada locura
es el más divino de los sentidos
para alguien sensible” como el poeta.

EL ARTISTA

La sutil fragancia de tu piel de seda
fue el sortilegio / el embrujo embriágate /
que entonces desbocó el frenesí
de esa pasión volcánica
que terminó en tormenta,
porque sembramos huracanes
tempestades que barrieron hojas de ilusiones
lluvia que ahogó la quimera
de una esperanza fallida.
El tiempo no fue suficiente
para otra oportunidad
pues ya el camino estaba bifurcado
{como lengua de serpiente}
tú en un sentido y yo en el opuesto.
Todas las promesas
las auroras
los crepúsculos
los días idos ahora en el olvido
el paseo cotidiano por la alameda
{como una música lejana de violines que gimen}
se diluyeron en lo profundo del bosque
donde la esperanza falló.
Yo no lo quise
tú tampoco
¿quién?
sólo nosotros fuimos responsables del naufragio.
Ahora me reconstruyo,
retoño como árbol de voluntad firme que avanza,
y de las piltrafas que aún me queda en mi espíritu,
volveré a ser lo que fui antes de la tormenta.

EL TIEMPO NO FUE SUFICIENTE

La sutil fragancia de tu piel de seda
fue el sortilegio / el embrujo embriágate /
que entonces desbocó el frenesí
de esa pasión volcánica
que terminó en tormenta,
porque sembramos huracanes
tempestades que barrieron hojas de ilusiones
lluvia que ahogó la quimera
de una esperanza fallida.
El tiempo no fue suficiente
para otra oportunidad
pues ya el camino estaba bifurcado
{como lengua de serpiente}
tú en un sentido y yo en el opuesto.
Todas las promesas
las auroras
los crepúsculos
los días idos ahora en el olvido
el paseo cotidiano por la alameda
{como una música lejana de violines que gimen}
se diluyeron en lo profundo del bosque
donde la esperanza falló.
Yo no lo quise
tú tampoco
¿quién?
sólo nosotros fuimos responsables del naufragio.
Ahora me reconstruyo,
retoño como árbol de voluntad firme que avanza,
y de las piltrafas que aún me queda en mi espíritu,
volveré a ser lo que fui antes de la tormenta.

EL ASERTIVO

El día que decidas expresarte con honestidad,
descubrirás que esa práctica te engrandece,
pero no sólo te engrandecerá, sino que te hará libre,
por lo tanto, humilde,
y volarás como un águila, y verás que ella vuela bien
y vuela muy alto.
Y aunque muchas veces hayas jugado el doble rol imposible
de ser clandestino del amor añorando el amor,
te sentirás vacío y amargado, porque tanto silencio,
te llevará sin equívoco por el sombrío sendero
por el cual transitan los fantasmas afectivos,
y peor todavía, porque te has mimetizado tan bien,
te has ocultado tanto de ti, que ahora ni tú mismo puedes encontrarte.
El amor no transita por el oscuro sendero de los fantasmas afectivos,
él transita otros caminos sembrados de violetas con cielos de arco iris.
Sal de tu escondite, de ese laberinto al cual te arrastró
el minotauro del miedo, y déjate conocer tal cual eres
por la persona que quieras, porque tú deseas amar, y el amor te espera.
¿Qué puedes perder siendo asertivo,
qué puedes ganar si sigues en el fondo de ese abismo
en el cual tus miedos, tus temores, y hasta ese pánico impávido
que te lleva de cabestro no te permite ser feliz?

La felicidad es un estado de la mente, un sueño por soñar
que sólo tú puedes lograr.
Si decides soñar, ser honesto para ser feliz, y por ende asertivo,
cambia tu mente, pues sólo necesitas una sonrisa sincera,
y verás entonces que la vida te sonreirá siempre, vive soñando.

sábado, 5 de diciembre de 2009

EL ADIÓS

No aspiro más gloria
sino la de “incrustarme en el silencio
de donde no debí salir jamás”.
Estoy cansado por haber entrado en el bullicio
quiero que mis palabras
floten en la laguna del olvido
como partitura de una sinfonía inconclusa,
igual que la melodía de una cantata desesperada,
o cual canción de despedida,
porque yo también me iré para siempre
como todos
como se va el viento,
como los días que no regresan,
igual que los amigos que se fueron primero.
Me iré sin nada
porque nada tengo
sólo dejaré mi pensamiento
y mis memorias para los que se quedan.
Adiós.

EL PEREGRINO

Soy un peregrino del destino
que a veces transito por áridas landas
en busca de un cactus, para mitigar la sed
que produce la jungla de la urbe.
En medio del espejismo,
creo que tú eres ese cactus.
Pero no,
eres la arena de un oasis incierto,
la visión alucinada de una fantasía.
Otras veces camino por senderos floridos
tapizados de tulipanes heridos
como heridas están mis manos
por arrancar las espinas de tus rosas,
porque en tu mentira hallé mi verdad.
Soy un peregrino del destino,
errante cual jamás
que te buscó en el alba,
pero estabas escondida en una grieta de tiniebla,
para negarme tu luz.
Soy un peregrino que el albedrío marcó mis días
con el estigma de la aventura
para encontrar en la nostalgia la felicidad,
para mojar mis manos con la sangre de mi amor
y permitirme así
caminar por derroteros de libertad.
Te busqué por todos esos rincones,
pero buscándote me encontré.
No buscaba tu cuerpo
ni tus labios
ni tus encantos de voluptuosa mujer hermosa.
Sólo buscaba el fulgor de tus ojos,
para que alumbrara
el camino de mi ser peregrino.

DESEOS DE UN NÁUFRAGO

Ahora estás ahí, distante y cerca.
Tu boca de flor y tus labios de durazno
provocan todos los incendios,
inspiran la profundidad del deseo
y me invitan al naufragio
en el océano de tu cuerpo.
Eres como una ola, distante y cerca.
Cerca, porque me arrancas tristezas.
Distante, porque me envuelves
en la atarraya de la melancolía.
Tus senos pequeños, delicados y sutiles
semejantes a una fruta rosada
insinúan la misma ternura de tus labios.
En tu mirada veo el fuego
que incinera mi pasión por ti, un torbellino
que busca refugio en tus brazos.
En tu sonrisa se esconde el deseo
y yo adivino entonces en tus manos,
esa quimera, distante y cercana como tú.
La ola viene a mí y se va.
Regresa, me envuelve con el embrujo de su espuma
y el deseo cómplice del naufragio me ahoga.
Vuelvo moribundo a la arena de tus recuerdos
y sigo en mi velero buscando en la memoria de los mares
el puerto de tu amor
para anclar mis sueños
para clavar en la orilla de esos piélagos
el áncora de mis triunfos errados,
los éxitos no alcanzados entonces,
por el capricho de una evasión fallida,
por todos los temores,
porque perdí mis alas,
pero igual que a las águila, mis alas renacerán
para emprender el vuelo más alto
que soberano de los aires haya lograr jamás
aunque estés distante o cercana,
aunque el viento que estremece mis día
arrastre mi vuelo, y derive por arrecifes desconocidos,
y naufrague así en otro océano que no es tu cuerpo,
pero al puerto que llegue mi velero
como un fiel marinero, te recordaré
en la lejanía o en la cercanía de los días.

CUÁNDO

Cuando sientas grietas en el alma,
cuando tu pensamiento lo tengas en el limbo
y las cosas del aire
del agua
del fuego y de la tierra
te sean hostiles
y tu pensamiento parezca una bola de nieve
que crece en tu cabeza
como las raíces de un árbol centenario,
cuando el tiempo en tu vida gire en círculos
y tu memoria no registre los sucesos cotidianos
simples y alegres,
cuando mires hacia arriba
y veas difusa la estrella que ilumina tus días
y no contemples al universo como tu creador
sino que te confundas con falacias de dioses de fantasía,
cuando estés sentado frente al mar
y ese azul terso y diáfano
lo veas negro y difuso
como la oscura y perenne noche de las tinieblas,
cuando brindes amor y recibas inicuas lisonjas de desdén
que laceran las frágiles grietas de tu alma vulnerada
ármate de valor, amárrate a tus alas
y vuela más arriba del sol como un hiperbóreo
porque ha llegado el instante de profundas reflexiones
de hacer el inventario de tu vida
porque tú eres el árbitro de tu albedrío
el dueño de tus días
el artífice de tus fantasías
y el orfebre de la joya de tu amado corazón.
Entonces el poeta te pregunta ahora,
¿cuándo vas a comenzar?

CRISTALES DE SILENCIO

Estos cristales de silencio
como estalactitas silentes que gotean
de las cavernas de mis ojos
en mis noches de insomnio
son mis derrotas
los éxitos fallidos
que no pude alcanzar.
Estas gotas cristalinas
igual que las briznas de una aurora
en el más gélido invierno
son las nostalgias que entonces
me arrugaron el alma
y me depararon luces de ilusiones.
Estas lágrimas
son las profusas lámparas
que iluminaron el derrotero de mi vida
para que en mi espíritu fértil de poeta
brotaran silenciosos
estos cristales
estos versos de tristezas una veces
de alegría otras veces
porque hay días así,
días alegres
días taciturnos
días mórbidos , fértiles, y también aciagos.
Es entonces cuando el alma gime,
pero hay otros días que el espíritu
ríe de placer, por eso vivo y viviré por siempre
a fin de seguir el estigma que marcó mi vida,
el verso y la prosa,
para disfrutar igualmente
de los encantos sutiles de una mujer hermosa.
Estas gotas de cristales sigilosas
emergen del fondo de mi corazón
como capullos de rosas
que se abren a la vida
en cada amanecer
para permanecer perenne
por encima de todas las cosas.

COMO LAS ESTACIONES

Llegué y me fui
como las estaciones.
Una vez aquí, cautivo en el dédalo del tiempo
no hallé tregua en el sombrío escape a la muerte.
Encontré un poco de angustia en el discurrir de los siglos
algo de efímera felicidad y placer en noches de lujuria.
En el temerario delirio de fuga
quise escapar a las adversidades
a las derrotas
a los temores
a la falsa sonrisa de aquellos
que un día me besaron en la mejilla
para brindarme el ramillete de las rosas del desprecio
y así, manchado con el beso de la traición
navego por un universo de piedras doradas
que giran orbitando galaxias de dudas
infinitas quimeras de ilusiones como sueños fallidos.
Vago entonces como un aerolito por olas cósmicas
y desde esa infinita fantasía, jamás he entendido el enigma de Dios
o el misterio de la creación.
Por eso, simplemente vivo con la paz del viento en reposo
con la furia del océano en tormenta
con la agresividad de un huracán en vigilia
con el canto del pájaro eterno que cumple su ciclo
para renacer de sus propias cenizas y retornar a la vida
Yo también llegué y un día, y otro, me iré
como las estaciones.
Llegué con el amor en mis huesos
y me iré con la nostalgia en mis venas
por el simple hecho de haber vivido
de haber visto cómo pasaron los siglos
de cómo recibí desprecio entregando a cambio amor
me enfrenté al rencor
derroté el tedio
para liberar mi espíritu del nefasto suplicio del odio
y aparté entonces de mi a las personas fastidiosas y agresivas
y así cual llegaron, también se fueron
como las estaciones.
Yo me quedé solo con mi luz,
de repente, apareciste tú en medio de arreboles cristalinos
surgiste del deseo y encallaste en la playa de la esperanza
donde desde siempre te esperaba
para saber que un día
así cual llegaste, igualmente te irás
como las estaciones.

CANTO A UN AMOR TROPICAL

Cuando te dije “te quiero”, te expresaba el sentimiento de amor
que me inspiraban la tibieza de tus manos,
el canto silvestre de tu voz,
la cadencia de tus caderas danzando
al ritmo de una canción de palmera,
mecida por la brisa tropical del Caribe.
Cuando te dije “te quiero”, te expresaba también
la urgencia de besar tus labios, porque los míos
se marchitaban por los vientos ineluctables del olvido.
Cuando te dije “te quiero”, igualmente te manifestaba
esas ansias de verme en tus ojos de mar,
de sentir el calor de tu piel
quemando la mía, para fundirlas en el crisol del deseo
y sentir el placer que da en el alma, oír el canto de un amor tropical
donde la brisa, el mar, las palmeras, el sol y la arena,
también inspiran el sentimiento de un te quiero o un te amo,
aunque tú no lo oigas, porque mi voz está lejana
y mis manos no te alcanzan.
Pero nada de esto importa, porque sólo me importas tú.
Me importas más que la angustia del ciego,
porque no puede ver una aurora naciente
o un crepúsculo moribundo,
que viaja solitario, para perderse en la oscuridad de otra noche.
Me importas más que la ansiedad de un sordo
que no puede escuchar la sinfonía inconclusa de un cisne que muere.
Y me importas más todavía, por la desesperanza
de no tenerte ahora, para decirte,
que te quiero como entonces,
por siempre.

CANCIÓN PARA UN PESIMISTA

No hay derrotas
sólo son triunfos fallidos
esperanzas en turno de otra oportunidad.
Son esas adversidades repentinas
las que van forjando en ti
la avidez de éxito.
Piensa que un día no demasiado distante
tú estarás como las estrellas del universo
en el mar de los victoriosos.
Estarás ahí igual que un centurión
venciendo todos los obstáculos
que halles en la lid de tu vida.
Entonarás la diana de los héroes
cantarás el himno de la alegría,
porque entonces ha llegado tu día.
No sabrás más de derrotas
y en el espejo de tu espíritu
verás la mies de la gloria.
Toda la tristeza y la melancolía
que un día cargabas inútilmente
sepúltala en el cementerio del sol más lejano
porque llevarás en ti por siempre
el triunfo del soberano.

CANCIÓN PARA PARTIR

Porque eres infinita y amada
como la luz de mi sendero
porque eres igual que la noche constelada
por eso, y tantas otras cosas, te quiero.
Porque estás en mi memoria cual pensamiento
estos versos inspiran para ti mi sentimiento.
Y el poeta te dijo un día
eres para mí toda la alegría
más tú le dijiste, “ya no te quiero”, y callaste
porque con tu silencio lo otorgaste.
El poeta te dijo,
“te amo como amo mis huesos”
y callaste cuando él te brindó sus besos.
Ahora el poeta al partir te dice adiós
y dice también que lo perdones
por decirte tanto, que te quiso tanto,
porque ya se le acabó por tu amor el llanto.

CANCIÓN DE LUZ Y SOMBRA

Ayer,
eras como el sol de un radiante amanecer.
Hoy, eres sombrío crepúsculo de un triste atardecer.
Todo te lo llevaste igual que un naufragio,
todo lo consumiste igual que un incendio.
En las llamas de tu adiós se ahogó mi pasión,
y en el mar de tu silencio se quemó mi esperanza.
Fuiste luz y fuiste sombra,
luz al alba en primavera
y sombra al crepúsculo en otoño.
Nada dejaste,
ni el sendero que no recorriste,
ni la ruta que trazaste.
Ni la angustia urgente de tenerte,
ni el deseo fallido de amarte.
Todo naufragó en el océano del tiempo,
los instantes se quebraron
como los cristales del silencio.
Todo te lo llevaste
sólo me quedaron tus palabras,
testimonio de tu promesa profanada
cual zumbido sordo
que encalló en la nada.
Mas, bajo las olas del incendio fugaz
y por encima de las llamas del naufragio,
en la frontera de la luz y la sombra,
ahí, en la penumbra,
hallé mi paz.

CANCIÓN PARA UNA NEREIDA

De cómo y por qué llegaste
no importa.
Surgiste como una flor de cactus
en el oasis de un desierto.
Era tanta la sed de amor por ti
que aluciné como un peregrino en pena
y vi el fulgor de tu rostro rotundo
en los espejismos del desierto.
El viento llevó el polen
que fecundó el amor que tú brindaste
bajo el manto nocturno
de las gotas brillantes
en el firmamento de tu primavera.
Después partiste,
igual que las estrellas al alba.
Entonces, ya en la aurora,
vi tu imagen de ninfa de los mares,
oí el canto metálico
de las trompetas
de un adiós
que ha de perdurar en la memoria
de un poeta que cantó a una Nereida.

CANCIÓN PARA UN LIDER

A Rosana

El éxito es considerado como lo más grato
por aquellos que nunca lo alcanzaron.

Emily Dickinson


Ponte el precio que vales
o te sometes o te liberas,
eso lo eliges tú.
Si decides liberarte,
entonces eres el líder de tu vida,
porque el líder,
se sirve a sí mismo y sirve a los demás
sin ser esclavo,
apoya sin renunciar a su libertad,
pues ha alcanzado el éxito
con voluntad recia y disciplina de hormiga,
y reconoce las victorias de los otros con humildad.


Su brújula,
señala siempre el punto cardinal que necesita,
para él y para los demás,
y si su aguja se tuerce,
corrige su rumbo sin arrogancia.
Por eso te digo, líder,
ponte el precio que vales.

CÓMO VAS A VIVIR

Decide cómo vas a vivir ahora,
pero jamás escojas cómo ni cuándo
vas a morir, porque debes vivir
sin rendirte por las desesperanzas
de los sueños fallidos.
Sueña, pues el soñar vivir plenamente
te hace libre, te arranca lejanías.
Y aunque tus días los cubran las sombras
y sólo veas espejismos
en los desiertos de la soledad
no claudiques jamás,
porque ya decidiste vivir la plenitud de tus días.
Abre puertas,
para que puedas cerrar distancias que separan afectos.
Osténtate exitoso
y disfruta el placer sublime que te brinda la felicidad
de contemplar una aurora,
el vuelo de un pájaro marino,
los destellos de las luces titilantes
de un enjambre de luciérnagas
en una noche sin luna,
porque tú,
tomaste la irrevocable decisión de vivir ahora,
y deja para mañana que la muerte,
escoja el cómo y el cuándo llegar
así como un día de gloria te llegó la vida.