sábado, 24 de abril de 2010

PENSAMIENTOS QUE SE VUELVEN PALABRAS

Siempre que en el corazón
anide un dolor o una alegría
habrá poesía, porque la poesía
vuelve en cada dolor,
en cada alegría.
La poesía, que es perenne, regresa como la vigilia,
sueño soñado despierto que vuelve,
igual que esa otra muerte de cada noche
que regresa, y se llama sueño.
Pensamientos que se transforman en palabras,
palabras proferidas con odio
que causan dolor
o palabras proferidas con amor
que brindan candor.
Por eso, cuida tus palabras,
porque ellas se vuelven actos que el pasamiento
convierte en hábitos,
hábitos que forjan tu carácter
y determinan tu vida.
La vida es fecunda
como el vientre de una galaxia,
donde siembras pensamientos
que se vuelven palabras,
palabras que producen dolor o alegría en otros,
porque una vez lanzado el venablo,
como un agudo y punzante puñal,
la palabra proferida,
de ofensa
de odio
de desprecio,
hiere el corazón de otro semejante a ti.
Si en cambio la palabra pensada
y pronunciada, la dices sin ira, sin amargura
causa alegría que da felicidad e inspira ternura.
Pero somos como el río, la misma agua
que pasa por otros lugares y es otra
como un heráclito, inconstante,
porque somos uno al alba y otro al crepúsculo,
alegres o tristes, irascibles o ecuánimes.
Y recuerda que aun el silencio hiere,
porque es la peor ofensa,
el peor odio,
el peor desprecio, el silencio de indiferencia.
Y aunque no pronuncies una sola palabra
y nada tengas en el pensamiento
ese silencio de indiferencia,
hace más daño que todas las agujas del infierno,
porque se clava como una saeta
en el corazón de la persona a quien va dirigido
ese silencio de indiferencia.
Y no se puede decir entonces, “me equivoqué”,
porque fueron pensamientos
que se convirtieron en palabras,
palabras que forjaron tu carácter y marcaron tu vida.

martes, 13 de abril de 2010

CARTA PARA JUAN PABLO

Juan Pablo, hoy es lunes 12 de abril del 2010, día en que te fuiste de Santa Marta para Medellín, y de ahí, irás a Arizona, para continuar con tus días al lado de Elizabeth, mujer que debes conservar, pues por lo poco que la traté o conversé con ella, me pareció una mujer de gran talento y de buen talante. Me siento orgulloso de ti por elegir tan magnífica compañera. Hoy, he sentido una larga nostalgia, una melancolía que linda con ese sutil dolor que produce la partida y la ausencia de un ser querido, porque no se cuándo te vuelva a ver en los años que me quedan por vivir. Me sentí muy feliz de volverte a ver el viernes 9 de abril cuando fui a visitarte al hotel, ya que sólo nos hemos visto dos veces, cuando tenías 14 años y ahora que ya eres adulto y hombre bien formado, gracias a la tenacidad de María Teresa, mujer que admiro por su inteligencia y humildad, quien me enseñó qué es el perdón, y gracias a ella pude conocerte.
Y ahora no sólo veo los espejismos de la nostalgia reflejados en mi alma, por tu partida en tu corta visita, pero de gran satisfacción para mí, sino que ahora lamento más todavía, el no haber podido ver tu nacimiento, infancia, adolescencia y todas las etapas de tu vida, porque la vida nos depara muchas veces tristezas, nostalgias, llantos y sufrimientos, pero también nos da alegrías y felicidad como las que sentí este viernes próximo pasado, en que te volví a ver por segunda vez. Pero ya todo está en el pasado, sin embargo, aunque esos tristes acontecimientos para mi estén en el pasado, he entendido y aceptado que la vida o el devenir, los cobra, porque todo se nos devuelve, y te digo esto, porque creo que la vida o el devenir, me ha pasado una factura de cobro, pues los hijos que vi nacer y crecer, se fueron de mí sin decir adiós, y a muy temprana edad. Pero gracias a todos estos eventos que han sucedido en mi vida, he aprendido a conocerme en medio de la soledad en que vivimos, aunque estemos rodeados de la gente, que es la que nos hace crecer como personas. Igualmente he aprendido que la vida no quita cosa. Libera de cosas, alivia cargas para volar alto y alcanzar la plenitud de vivir en paz consigo mismo y con los demás, porque de la cuna a la tumba, todo es un constante aprendizaje, y lo que llamamos problemas, son lecciones. Por eso, debes estar en paz con todas las personas y enunciar tu verdad de una manera clara y serena, como lo he visto en ti en este nuevo encuentro, y ojalá quiera la Divina Providencia que no sea el último.
Ahora quiero que sepas por siempre, que lo mejor de ti, tu sentimiento y amor de hijo, está y estará para siempre en mi corazón. Estaba en deuda contigo, porque nunca había escrito nada para ti, pero llegó el momento de dejarte esta carta, que ha de ser parte de mis memorias como todo lo que he escrito. Quiero manifestarte con toda la sinceridad de mi espíritu, que al escribir hoy esta epístola para ti, he sentido ese amargo en la garganta por los eventos del pasado, y de mis ojos taciturnos han brotado unas lágrimas, pues la vida nos presenta razones para llorar, pero también muchas para sonreír como la feliz razón que tuve para sonreírte el viernes feliz en que te volví a ver.
Sólo me resta decirte que quedaron cosas pendientes, que me hubiese gustado mucho haberlas realizado contigo, como la cocinar un buen plato, porque se que también te gusta la buena cocina, pero siempre habrá otra oportunidad, sólo hay que desearla, porque cuando se desea algo, ese algo suele estar esperando.
Bueno querido y por siempre recordado hijo, estoy feliz y seguiré eternamente feliz, por haberte visto convertido en un hombre ecuánime y exitoso.
Mi cariño y mi amor de padre te saludan.

miércoles, 7 de abril de 2010

"COSA CURIOSA"

“COSA CURIOSA”, es el título de un video que un amigo me reenvió. El video muestra una pequeña parte del universo, y digo pequeña parte, porque no hay ojo electrónico que alcance a verlo en su inmensidad, pues hasta donde entiendo, según la teoría de la relatividad, el universo es finito y no finito. Es una contradicción.
Cuando vi esas imágenes, quedé sorprendido y maravillado por tanto derroche de luz y colores, y no sólo quedé sorprendido y maravillado por sus matices, sino porque me fascinaron mucho más, las formas caprichosas que de manera aleatoria toman las galaxias.
La música del video, es una música sideral que hace que quien lo vea, se sienta flotando en el cosmos como un astronauta. Así me sentí el día en que ese amigo, a quien quiero como quiero a todas mis amigas y todos mis amigos con amor-amistad, me reenvió la monumental panorámica de esa pequeña parte del universo.
Una de las tantas cosas que llamó mi atención, fue una fotografía del sol nuestro, flotando en la inmensidad oceánica de La Vía Láctea. El sol parecía una cabeza de alfiler puesta en una sábana del área de una cancha de futbol. Y así, el hombre se cree muy grande en medio de las cosas grandes, y más todavía, cree que es superior al resto de la fauna. Pero lo que el hombre no ha entendido todavía en la nimiedad de su estúpida grandeza, es que no tiene derecho a acabar con el planeta tierra, y no conforme con el genocidio a la flora y a la fauna que ha cometido, ahora va en busca de otros planetas para hacer lo mismo, porque ya la tierra no le sirve, y quiere otra nueva para destruirla igualmente, buscando petróleo para contaminarla como lo hizo con la atmósfera de la tierra. Buscando uranio, para hacer bombas nucleares y estallarlas en otras Iroshimas y otras Ngazakis de otros planetas.
Al final del video, el cambio es rotundo, porque la música entonces es de nostalgia. Sentí la melancolía que produce el romanticismo del poeta, cuando se ve impotente ante las desgracias que genera el hombre, por su desmesurado e infame apetito de ambición, y sólo puede dejarlas registradas en un poema, porque el video en su última parte tiene un conmovedor poema que dice:
“Aquí está tu planeta.”
“En ese punto azul, estamos todos.”
“Todas nuestras guerras…”
“Todos nuestros problemas…”
“Toda nuestra grandeza y toda nuestra miseria…”
“Toda nuestra tecnología, nuestro arte, nuestros logros…”
“Todas las civilizaciones, toda la fauna y la flora…”
“Todas las razas, todas las religiones…”
“Todos los gobiernos, países y estados…”
“Todo nuestro amor… y nuestro odio…”
“Seis mil millones de almas en convulsión constante…”
Sin embargo, las palabras del poeta que escribió este poema, cargado con un sentimiento de nostalgia, y de una profunda reflexión, como las nostálgicas profundidades del universo que ve el ojo electrónico del telescopio Hubble, son poca cosa para que la humanidad de hora entienda, que en ese punto azul en el cual vamos todos viajando por el espacio sideral, en un viaje sin retorno en el tiempo, y tan pequeño como un grano de trigo en medio de un descomunal campo trigal, de no parar las guerras y todas las agresiones contra nuestra “querida, contaminada y única nave espacial”, ese punto azul volverá a la nada de donde vinimos.

jueves, 1 de abril de 2010

LUCIÉRNAGAS EN LA OSCURIDAD

El mundo vive ahora en las profundidades del abismo de la guerra,
y no tiene cómo salir de ahí,
porque la élite imperial del Norte y el Capitalismo salvaje,
lo han conducido como luciérnagas en la oscuridad
por el temible laberinto bélico de las tinieblas.
Igualmente, hoy día,
nuestra “querida, contaminada y única nave espacial”,
en la que todos somos tripulantes de un viaje sin retorno en el tiempo,
se encuentra grave, recluida en el invernáculo
de la unidad de cuidados intensivos del universo,
y los científicos diagnostican enfermedad crónica
por síndrome de calentamiento global severo,
producto del nefasto virus del Capitalismo salvaje.
En cualquier momento, nuestro planeta que entonces fue azul,
y que ahora se torna de un color difuso que presagia desgracias
podría verse avocado a una tragedia de inconmensurable proporciones,
en la cual no tendríamos lugar alguno como refugio,
porque un tsunami, un terremoto o el despertar de bombas nucleares,
que duermen con un ojo abierto en las santabárbaras
de las grandes potencias,
no sería castigo de Dios,

sino que serían los estertores de la muerte o el delirio de fuga
que produce esa enfermedad crónica, y la estupidez de la guerra.
Y ante esta magna catástrofe,
no habrá luciérnagas que iluminen la oscuridad,
porque volveremos a la nada de donde vinimos,
y será una larga noche como un génesis apocalíptico,
y retornaremos a nuestra infancia glacial.
Y el único consuelo si es que nos queda
de estas terribles reflexiones,
es que la vida en todas sus manifestaciones,
es aún más sensible que las alas de las luciérnagas
y de sus tenues luces que entonces no alcanzarán
a iluminar las tinieblas bíblicas de la eternidad.