Todos los días a las tres de la tarde, hora en que mataron a Lola, una mujer cuya fealdad espantaba a los fantasmas, soñaba despierta que había ganado una inmensa fortuna. Su cuerpo era hermoso, pero su rostro feo. Tanto los brazos como las piernas eran de una belleza dórica. Lo más hermoso que tenía por lo cual todos los hombres se enamoraban de ella hasta perder la razón, era su voluptuoso Monte de Venus. Era un pubis de durazno tierno con sabor a nostalgia, porque la vez en que yo la amé, quedé con una larga melancolía de volver a sus amores, pero más nunca la vi. Comencé a sentir una tristeza de huérfano por su recuerdo presente en mi memoria, porque sus senos eran como nieve impoluta, y de pezones rosados de una tersura de seda.
La soñadora en vigilia, una tarde en la que el sol estaba triste, soñó que iba caminando por un bosque cuyos árboles tenían en cambio de hojas, billetes que caían al suelo formando un tapiz. Esa tarde nublada recogió los billetes como recoger hojas secas de otoño, los metió en un canasto que llevaba consigo, y se fue a su casa con el canasto lleno de hojas. Ella acumuló tanto dinero de fantasía que se convirtió en la mujer más codiciada del mundo, no tanto por sus atributos naturales ni por su riqueza surgida de su imaginación, sino por los amores que brindaba sin egoísmo, sin esperar nada a cambio, sólo por complacer a los hombres para así, sentirse amada de alguna manera aunque a cada hombre que la amaba por placer y ella por amor, le regalaba un millón de hojas cual billetes de fantasía, que recogía del suelo de sus sueños en cada otoño.
Un desafortunado día de invierno a la misma hora en que mataron a Lola, la soñadora despertó de su letargo. Murió a las tres de la tarde sin entender jamás por qué los hombres la amaban sólo por placer, inclusive yo, ni por qué regalaba sus billetes aunque fusen de fantasía, y bridaba sus amores únicamente para sentirse amada por un instante y padecer el innecesario sufrimiento del desamor toda la vida, porque ella nunca fue feliz.
martes, 29 de mayo de 2012
miércoles, 23 de mayo de 2012
CUANDO COMPARTÍAMOS
¿Recuerdas cuando compartíamos
los crepúsculos
las auroras
los soles
las lunas?
Parecía que todo era nuestro
en medio de esa fantasía
de ese sueño que terminó
como una esperanza fallida,
igual que terminan
las tardes
las mañanas
los días
las noches.
Todo se derrumbó al despertar del idilio
ya no compartimos el mismo pedazo de tálamo
ni el mismo mendrugo de pan
que alimentaba el amor de entonces
porque la pobreza de cariño y ternura
acabó con lo que era nuestro.
los crepúsculos
las auroras
los soles
las lunas?
Parecía que todo era nuestro
en medio de esa fantasía
de ese sueño que terminó
como una esperanza fallida,
igual que terminan
las tardes
las mañanas
los días
las noches.
Todo se derrumbó al despertar del idilio
ya no compartimos el mismo pedazo de tálamo
ni el mismo mendrugo de pan
que alimentaba el amor de entonces
porque la pobreza de cariño y ternura
acabó con lo que era nuestro.
lunes, 14 de mayo de 2012
SI AYER FUESE MAÑANA
“Hoy es aquel futuro
del cual estábamos
tan temerosos ayer”
Ayer,
temeroso de no volver a libar
el néctar sagrado
de tu voluptuoso pubis hirsuto,
que embriagaba mis sentidos
como un divino licor
bebido por los dioses del Olimpo
sentí el vértigo del abandono.
Mas se que mañana
otro habitante de las tinieblas
llegará envuelto en un manto sombras
a visitar el tranquilo remanso
donde duermes como una estrella
para beber el licor de tu amor.
Yo,
impávido cual águila en vuelo
con las alas extendidas
remontaré a las alturas del olvido
porque en el amor he de vivir por siempre
el hoy.
del cual estábamos
tan temerosos ayer”
Ayer,
temeroso de no volver a libar
el néctar sagrado
de tu voluptuoso pubis hirsuto,
que embriagaba mis sentidos
como un divino licor
bebido por los dioses del Olimpo
sentí el vértigo del abandono.
Mas se que mañana
otro habitante de las tinieblas
llegará envuelto en un manto sombras
a visitar el tranquilo remanso
donde duermes como una estrella
para beber el licor de tu amor.
Yo,
impávido cual águila en vuelo
con las alas extendidas
remontaré a las alturas del olvido
porque en el amor he de vivir por siempre
el hoy.
jueves, 3 de mayo de 2012
"MUNDO FELIZ"
Tal vez este mundo sea el infierno
de otros planetas…
Aldo Huxley
No sólo es el infierno
pues, un excelso novelista
un humilde cataquero
creador de un mundo mágico
llamado Macondo
y ganador del Nobel de literatura
refiriéndose al mundo,
dice, “Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria,
dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio
de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente
de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado
la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad
a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas
va en sentido contrario a la inteligencia.”
Y así es, porque “La potencia de aniquilación
de esta amenaza colosal,
que pende sobre nuestras cabezas
como un cataclismo de Damocles,
plantea la posibilidad teórica de inutilizar
cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol,
y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia,
ningún arte,
ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces
como la industria nuclear desde su origen,
ninguna otra creación del ingenio humano
ha tenido nunca tanto poder de determinación
sobre el destino del mundo.”
Según escrituras bíblicas en simbolismos
y designios apocalípticos
una nación sionista
con gran poder económico y militar
por temor a ser atacada sin razón alguna
por una nación persa
lanzará con su catapulta de terror
la primera piedra atómica de la magna catástrofe,
la infame ojiva nuclear del terrible espanto
que caerá como la espada de Damocles
sobre la cabeza de este “mundo feliz.”
Un “mundo feliz” que según las predicciones
escritas en los pérgamos de la historia humana
sería arrasado por un viento vertiginoso
y lanzado a los oscuros abismos del universo
como la aldea sin memoria que es
dejada de la mano de su dios: el hombre.
de otros planetas…
Aldo Huxley
No sólo es el infierno
pues, un excelso novelista
un humilde cataquero
creador de un mundo mágico
llamado Macondo
y ganador del Nobel de literatura
refiriéndose al mundo,
dice, “Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria,
dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio
de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente
de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado
la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad
a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas
va en sentido contrario a la inteligencia.”
Y así es, porque “La potencia de aniquilación
de esta amenaza colosal,
que pende sobre nuestras cabezas
como un cataclismo de Damocles,
plantea la posibilidad teórica de inutilizar
cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol,
y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia,
ningún arte,
ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces
como la industria nuclear desde su origen,
ninguna otra creación del ingenio humano
ha tenido nunca tanto poder de determinación
sobre el destino del mundo.”
Según escrituras bíblicas en simbolismos
y designios apocalípticos
una nación sionista
con gran poder económico y militar
por temor a ser atacada sin razón alguna
por una nación persa
lanzará con su catapulta de terror
la primera piedra atómica de la magna catástrofe,
la infame ojiva nuclear del terrible espanto
que caerá como la espada de Damocles
sobre la cabeza de este “mundo feliz.”
Un “mundo feliz” que según las predicciones
escritas en los pérgamos de la historia humana
sería arrasado por un viento vertiginoso
y lanzado a los oscuros abismos del universo
como la aldea sin memoria que es
dejada de la mano de su dios: el hombre.
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