domingo, 30 de junio de 2013

Recordatorio del primer aniversario del fallecimineto de Carlos Alberto Quiroz Cabas

Ahora que has partido para siempre,
te recuerdo más que entonces
y comprendo aún más, que en la infancia,
adolescencia y hoy en la madurez de mi vida,
fuiste el faro, pues cuando estuve a la deriva,
trazaste con tus principios, la ruta por la cual viajo
en estos tiempos posteriores a tu ausencia eterna.
En tu aniversario, escribo estas palabras
como un tributo digno para un papá
que siempre entendió que el amor de padre
nace en un instante y dura toda la vida.
 
 
 
Carlos Segundo Quiroz Quintero                   
Octubre de 1996
 
 


martes, 25 de junio de 2013

LO QUE FUISTE PARA MÍ

Siempre quise que fueras como arrebol en el horizonte
de un mar ignoto en el que la bruma cual briznas de zafir
dibujaran entre nubes tu silueta.
Fuiste para mí la canción que quise cantar tantas lunas
bajo el alero de tu ventana, y así, esperar el sol
con la ilusión de verte dormida
para devorar tu desnudez como lobo hambriento
ávido de lujuria, posarme en tu pecho y descender lentamente
hacia el vértice del volcán de tu orquídea en celo.
Fuiste para mí un silencio en el bullicio de la ciudad
una luz en la tiniebla de la angustia
una rosa en la tormenta de los vientos cruzando océanos
una vorágine en el pensamiento
un delirio en la memoria.
Todo eso y tantas cosas anteriores al desengaño
al dolor
a la desilusión,
fuiste para mí.
 


martes, 11 de junio de 2013

UNA LUZ FRENTE AL ESPEJO

Hay dos maneras de difundir la luz,
ser la lámpara que la emite,
o el espejo que la refleja.
 
Lin Yutang
 
 
 
He difundido mi luz a través del espejo de la poesía,
porque en ella me miro.
Mi luz a periodos más o menos próximos,
es diáfana como el cuarzo
o difusa cual la musa que me inspira cada día.
Cuando avanzo dentro del espejo
entro en esa virtual e incierta realdad
y en lontananza, veo que el mundo se debate
más allá del dolor y la miseria.
Subo entonces a mi torre de marfil
y desde allí, contemplo el horror de la guerra,
el látigo del hambre
que azota inclemente al combatiente.
La débil paloma de la esperanza
muere ensangrentada colgada
de la cruz del martirio.
Mi voz no se escucha
porque se ahoga en las lágrimas de esta plegaria.
Y aunque sigua la guerra
mi luz ha de iluminar el sombrío jardín
donde reposan los restos de la paloma.
A veces quiero salir del espejo
pero siento temor volver a la realidad
en la que ya lo virtual no existe
fueron los espejismos del pasado
vueltos nostalgias en poesía.