martes, 22 de julio de 2014

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA

Mañana será otro día


sí,

otro amanecer

que traerá mariposas

buscando flores,

otro crepúsculo

despertando luciérnagas

como estrellas

que duermen

sobre el tapiz

de las galaxias

pariendo soles.

Sí,

mañana será otra noche

cargada con la nostalgia

del bohemio que evoca

la ignota mujer

que inspiró

el poema de su delirio.

Mañana serán tantas cosas

Sí,

Tantas y otras cosas

que traerán

a nuestras vidas ahora en el olvido

que entonces no recordaremos.

martes, 15 de julio de 2014

JAMÁS LA VOLVÍ A VER

Cuando la vi por vez primera


a la salida del ascensor

del edificio Pevesca

en Santa Marta,

hablé con ella por sólo cinco minutos,

y anhelé verla la segunda vez.

No he olvidado su nombre virginal

no he olvidado su belleza de diosa celestial.

Le dejé mi dirección electrónica

en mi tarjeta personal.

Le dije, “María Claudia, envíame un correo

para contestarlo con mis poemas

de amor y otros de desamor.”

Ahora, cuando camino sin rumbo

por esta santa ciudad,

la busco en el bullicio

en la parada de un semáforo

mientras la luz cambia a verde,

pero no la veo.

La busco en el tumulto,

en el Café Del Parque,

a veces, en el silencio de la noche

preguntándole a la luna

que en qué lugar del remoto cielo

ha visto a una radiante mujer

de ignota belleza,

de sutil dulzura,

perfumada su piel

con Chanel.

Ella es de esas mujeres

que sólo se ven una vez,

no vuelven.

Todas las mañanas

cuando reviso mis correos

espero ver su mensaje,

y cuando deambulo por la ciudad

quisiera volverla a ver

tan sólo para decirle

que he escrito este poema urbano para ella,

pero jamás la volví a ver.



LOS ÚLTIMOS FULGORES DEL SOL

El sol dejó en el horizonte


como una acuarela crepuscular

los últimos fulgores

de una inconclusa sinfonía de colores.

La tarde moría con el dolor de tu adiós,

un adiós melancólico igual que el fulgor

de un sol moribundo.

Y así…

también moría ese amor que nació marcescente

bajo el influjo del deseo

Mi dolor fue mayor que el olvido,

las gaviotas de un mar furioso

fueron arrasada por un huracán

hacia los abisales de la tiniebla bíblica

hasta cuando se hizo la luz…

y de los cálices y corolas

brotó un nuevo amor

fulgente cual sol en estío.