domingo, 7 de septiembre de 2014

DÉDALO DE SOLEAD


Un gran fervor pensante y superpoblado
lleva a mi yo como un abismo pleno.
Un viento carnal y resonante sopla,
y el azufre mismo era denso.

Antonin Artaud 



Ahora camino por un laberinto de soledad,
por un dédalo sombrío de aristas multiformes,
como espejo quebrado en el que busco tu sombra
tu fantasma de fantasía, pero sólo hallo los escombros del pasado,
astillas puntillosas clavadas en el bajo vientre que perturban la sensatez.
Un viento vertiginoso, un vértigo violento igual que una guerra
recorre los pasillos del laberinto y arrastra tu sombra hacia ignotos océanos
en los que el amor se abre como un girasol que gira en el viento.
Tú eres el viento, y el sol, tu sombra.
Entre el viento y el sol, en un vértice de tu bajo vientre
semejante a un pubis ardiente que palpita
se posa mi boca, come de tu carne para saciar un sexo erecto,
famélico como ave de rapiña en la vigilia de la abstinencia
que gotea azufre denso igual que semen.