domingo, 26 de abril de 2015

POR EL CAMINO DE LAS FLORES

Cuando el dolor se convierte en canción,
las flores  cantan como cisne que muere.

Carlos Segundo Quiroz Quintero


Todas las mañanas
un mozo de cabellos blondos,
ensortijados,
pasaba por el camino de las flores.
Veía a una campesina en la ventana
de una humilde choza que lo miraba,
era como una diosa de los tiempos mitológicos griegos,
cuya belleza no parecía verosímil.
Él sólo la miraba al pasar,
no se atrevía a decirle ni un saludo.
Los días pasaban igual que pasaba el río
que se interponía entre el camino y la choza.
Sus cabellos blondos y ensortijados de entonces,
se tornaron de ceniza,
igual que los de ella.
Un día de tantos días,
tras años de pasar por el camino de las flores,
él cruzó el puente, estaba decidido a hablar con ella.
Ya caminaba encorvado, con bastón,
lo acompañaba un lazarillo,
cargaba sobre sus hombros
la nostalgia de la juventud.
La ventana estaba abierta como siempre,
pero no estaba ella.
Ese día, las flores cantaron.





domingo, 19 de abril de 2015

REMINISCENCIA

Un día opaco como luna de invierno
en el que de tus ojos brotaron florestas de esperanza
quise partir hacia el melancólico mar del recuerdo,
mas me extravié en el sinuoso río del olvido.
Me pregunté, ¿quien habita en estos áridos parajes?
Sólo el intrépido viento trajo a mí
tu dulce voz como respuesta,
voz que me hizo recordar las lejanas noches de luciérnagas
igual que montones de estrellas en vigilia
cuando eras mi religión
cuando eras todo eso,
todo aquello que queríamos ser
porque tú también decías que yo era tu religión,
tu vida
tu esperanza,
todas las batallas en tu guerra contra el mundo
batallas en las que te acompañé y que también fueron mías,
porque éramos tú y yo.
Y fíjate ahora,
estoy solo, enfrentado esta reminiscencia
como náufrago en este nostálgico mar de recuerdos
cuando ya han pasado los años y tanto tú como yo, ya viejos,
somos sólo eso: reminiscencia, recuerdo vago e impreciso,
amor disperso en el sinuoso río del olvido.