Observar el cielo
estival
es poesía, aunque no
repose en un libro.
Emily Dickinson
En la curvatura del horizonte
flotaban versos de estío,
eran los arreboles de diciembre.
Los Alisios del norte
trían el aroma fresco del hielo
que iba desapareciendo
como desaparecía
la sinfonía de colores
de un libro de poesía
escrito en las cumbres
de la Sierra Nevada.
Una soledad de vértigo
me produjo una congoja infinita
al ver los cactus del desierto
que también morían de sed.
Entonces no hubo más contaminación
y el prodigio de la vida
desapareció como el hielo
en la curvatura del horizonte.