jueves, 6 de febrero de 2014

UNA MENTIRA EN EL UMBRAL DE UNA SOMBRA




Tú ni siquiera fuiste capaz de eso,
y siempre volvías,
arrepentido o vencido,
siempre volvías.

Rimbaud



Tal vez una mentira piadosa
hubiese sido más sincera
que haberte marchado
como un murciélago
que huye del alba
pero siempre volvías
arrepentida
vencida
siempre volvías
igual que vuelven las noches.
Volabas bajo el umbral de las sombras
cual lechuza en busca de la carne de mi dolor
de ese dolor ácido y puntilloso
que se siente en la lejanía
en la soledad
en el olvido.
Sí, buscabas mi sangre
como vampiro hambriento en la tiniebla.
Clavaste tus colmillos incisivos
en mi alma ya desgarrada
por la mentira
por la falacia de tus palabras.
Mi espíritu de poeta me dijo,
─ ve a buscarla y perdónala.
Fui al cementerio y te perdoné ante tu osamenta:
“Dime, humana calavera,
¿qué se hizo la carne aquella
que te dio hermosura bella
cual lirio de primavera?
¿Qué se hizo tu cabellera
tan frágil y tan liviana,
dorada cual la mañana
de la aurora el nacimiento?
¡Responde, miseria humana!” 

 





 

A FEDERICO CHOPIN





Federico, cuando escucho tu polonesa, La Heroica,
siento en las vibrantes cuerdas de tu piano
esa profunda melancolía que inspiran
esos taciturnos arpegios.
Al componer esa magistral e inmortal
pieza musical
sé que sentías la nostalgia de exilio,
ese sentimiento de distancia por tu querida Polonia.
Por eso, cuando estoy triste de recuerdos
escucho una y otra vez, La Heroica
porque así también evoco
mi pueblo natal que desde niño dejé atrás
y quien me trajo aquí,
mi madre, la mujer que no conocí.