lunes, 25 de febrero de 2013

CARTA DE ABRAHAM LINCOL AL MAESTRO DE SU HIJO

He querido transcribir esta carta que llegó a mi ordenador vía Internet. Y lo hago, porque considero que esta misiva no sólo debe ser para maestros y profesores, sino para madres y padres de familia. Querido profeso, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son veraces, enséñele que por cada villano hay un héroe, y que por cada egoísta hay un generoso. También enséñele que por cada enemigo hay un amigo y que más vale moneda ganada que moneda encontrada. Quiero que aprenda a perder y también a gozar correctamente de las victorias. Aléjelo de la envidia, y que conozca la alegría profunda del contentamiento. Haga que aprecie la lectura de buenos libros, sin que deje de entretenerse con los pájaros, las flores del campo y las maravillosas visitas de lagos y montañas. Que aprenda a jugar sin violencia con sus amigos. Explíquele que vale más una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Que crea en sí mismo y en sus capacidades aunque quede solito, y tenga que lidiar contra todos. Enséñele a ser bueno y gentil con los buenos y duro con los perversos. Instrúyalo a que no haga las cosas porque simplemente otros lo hacen, que sea amanta de los valores. Que aprenda a oír a todos, pero que a la hora de la verdad, decida por sí mismo. Enséñele a sonreír y mantener el humor cuando esté triste y explíquele que a veces los hombres también lloran. Enséñele a ignorar los gritos de las multitudes que sólo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones. Trátelo bien pero no lo mime ni lo adule, déjelo que se haga fuerte solito. Incúlquele valor y coraje, pero también paciencia, constancia y sobriedad. Transmítale una fe firme y sólida en el Creador. Teniendo fe en Dios también la tendrá en los hombres. Entiendo que le estoy pidiendo mucho, pero haga todo aquello que pueda. Abraham Lincoln, 1830.

SOBRE LOS ESCOMBROS DEL PASADO

En 1986, Gabriel García Márquez pronunció un conmovedor y apocalíptico discurso ante presidentes y primeros ministros de entonces, en Ixtapa, México. El discurso lo tituló, El cataclismo de Damocles, y más que un discurso, más aún, fue como un presagio, la clarividencia del poeta, la visión anticipada de un colosal pánico que puede suceder en este instante o en cualquier momento. Ahora, ese magistral discurso tiene más vigencia que entonces. ¿Por qué? La respuesta a esta primordial pregunta, es obvia, evidente, la tienen los que presiden las grandes potencias. En las manos de ellos está la posibilidad de que ese mal presagio pase de ser la visión anticipada de un poeta a una terrible realidad, a una desgracia colosal de la que ya nadie jamás tendrá memoria, porque la sospecha creciente de que el planeta Tierra es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado el prodigio de la vida, será arrasado por un espanto atómico, el prodigio de la vida desaparecerá por la confirmación del presagio. Y digo esto, porque sigue sin tregua visible la proliferación de armas nucleares, la demostración de fuerza, las amenazas cumplidas de ensayos atómicos, éste último, por parte de Corea del norte con el argumento de disuadir a sus enemigos. La peste nuclear se extiende por el planeta como zarza cuyas zarzamoras son las ojivas nucleares puestas y listas en los misiles balísticos que duermen con un ojo y velan con el otro en las santabárbaras de las potencias nucleares. El peligro es latente o potencialmente latente, porque puede suceder una explosión dirigida o accidental, pues un accidente es difícil de prever. Nadie previó el fatal accidente de Chernobyl, sin embargo, sucedió. Ahora bien, de suceder el espanto de una explosión dirigida o accidental, habrá respuesta inmediata por parte de las potencias involucradas en el conflicto bélico mundial, y la humanidad levantará entonces “sobre los escombros del pasado”, Hiroshima y Nagasaki, el acta de defunción del único planeta en el que se dio el prodigio de la vida.

viernes, 1 de febrero de 2013

LOS NADIE

Son parientes en primer grado
de los VECINOS DE LA MISERIA,
hijos del abandono,
hermanos naturales de los desposeídos,
de los que nada tienen,
herederos de los indigentes.
Ellos son los que con la timidez del humilde
se conforman con mirar el paisaje
porque no tienen país.
Se visten con los harapos que sacan de las basuras
y comen los mendrugos putrefactos
de las calles del paisaje que ven con ojos de mendigo.
Estos son los nadie, “ciudadanos” insignificantes
abortos de la sociedad
parias del estado burgués
delincuentes antes de nacer
proscritos
sin patria
sólo tienen como patrimonio
la desgracia de ser los nadie.