domingo, 29 de julio de 2012

"LA AMISTAD, ESA GRAN DESCONOCIDA"

No se puede tener demasiados amigos
porque entonces no serías realmente
amigo de ninguno.

Truman Capote


Se ha escrito tanto acerca de la amistad, que no sé si se conoce algo sobre ella o si aún en realidad, se desconoce qué es. Por eso citaré algunas reflexiones de poetas, políticos y filósofos que desde tiempos inmemoriales, se han ocupado del tema en cuestión.
El poeta Marcus Vinícius da Cruz de Melo Moraes, nacido en Río de Janeiro, Brasil, el 19 de octubre de 1913 y fallecido el 9 de julio de 1980 en su ciudad natal, dice sobre los amigos, que es consecuencia natural de la amistad como afecto que es, “Tengo amigos que no saben el lugar que ocupan en mi corazón. No perciben el amor que les profeso y la absoluta necesidad que tengo de ellos. El “amor-amistad” es un sentimiento más noble que “el amor-pareja”, pues permite que su objeto de cariño se divida en otros afectos, mientras el “amor-pareja” tiene intrínsecos los celos, que no admiten rivalidad.”
La amistad, esa gran desconocida, es hija natural del amor, sentimiento de afecto inherente al ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro con otro ser procurando reciprocidad. Sin embargo, por la misma naturaleza humana, el odio igual que el amor, es un sentimiento que divide, que destruye las relaciones entre personas, familias y países. Por esta razón surgen los conflictos, las guerras y las desgracias, como la primera desgracia fraternal que conoce la humanidad desde los tiempos bíblicos: el homicidio que perpetró Caín contra su hermano Abel.
Jesús Ávila Granados, escritor español nacido en Granada, licenciado en Periodismo por la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), especializado en la historia antropológica de los pueblos y gentes de la cuenca mediterránea, en un magistral informe publicado en la Internet, dice: pocos conceptos han contribuido tanto al desarrollo inmaterial de la Historia de la Humanidad, como la amistad. Desde las primeras sociedades prehistóricas hasta nuestros días, el ser humano ha sabido valorar esta fuerza vital, sobre la cual alzar sus valores más profundos y sinceros. Hoy, ya en el siglo XXI, no se entiende la armonía, el equilibrio entre las personas, sin el respeto y el aprecio, elementos que brotan de la amistad bien entendida. Porque, sin la amistad, pocos logros habría alcanzado la civilización, en cualquier ámbito de nuestra existencia.
Si tuviésemos que resumir esta palabra, podríamos decir, sin equivocarnos, que la amistad es la energía que nos hace más sociables y tolerantes con los demás.
Amistad…, divino tesoro
Pero el concepto de amistad, como hemos dicho antes, no es novedoso de nuestros días. Tenemos que remontarnos a la antigüedad clásica, como la primera referencia documentada, y, al hacerlo, es fácil adivinar que aunque los primeros pensadores establecieron unas valoraciones muy singulares, según sus criterios. Por ejemplo, para Solón de Atenas (640-560 a.C.), decía: no hay que darse prisa en adquirir nuevos amigos, ni menos en dejar los que tengas. Sócrates (470-399 a. C.), el amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene…
Otro filósofo griego, Platón (427-347 a.C.), tenía una opinión bien distinta, para él, los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo… Sin embargo, para el tercero de los grandes filósofos de la Grecia clásica, Aristóteles (384-322 a.C.), la amistad es lo más necesario de la vida; y amplió: la amistad es un alma que habita en dos cuerpos: un corazón que habita en dos almas; y aseveró más tarde: algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastará con desear la salud. Tres profundos razonamientos que chocan de frente el idealismo platónico. Por ello, no es una casualidad que durante la Edad Media, la hegemonía del sistema aristotélico fue prácticamente general en todo el occidente cristiano. Demetrio de Falero (350-280 a.C.), quien, además de orador y filósofo, fue gobernador de la ciudad de Atenas, contemporáneo de Aristóteles, también siguió el pensamiento de éste, exclamó en una ocasión: un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano.
Y no le faltaba razón, como bien sabemos. Poco tiempo después, Epicuro (341-270 a.C.), demostró tener una concepción algo distinta sobre el concepto de la amistad, como recuerda la frase: toda amistad es deseable por sí misma; pero tiene su origen en los beneficios.
La civilización latina, heredera de la Grecia clásica, también retomó conceptos aprehendidos de la filosofía helena. Al gran orador romano Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), le debemos la siguiente reflexión: la amistad brilla más entre los iguales. Otro pensador latino, Caio Salustio (86-35 a.C.), manifestó en una ocasión: la verdadera amistad consiste en querer lo mismo y en rechazar lo mismo.
El poeta latino, Ovidio (43-17 d. C.) no dudó al decir: ofrecer amistad al que pide amor, es como dar pan al que se muere de sed… Y el gran filósofo hispano Lucio Anneo Séneca (4 a.C.-65 d.C.), natural de Córdoba, dedicó dos frases lapidarias al tema que nos ocupa: la amistad siempre aprovecha, el amor hiere a veces. Y ¿cuánto se parece a la amistad la adulación?
El mundo medieval
Las circunstancias del período medieval, con los momentos de incertidumbre, guerras, cruzadas, epidemias, el vasallaje, hambrunas…, obligaron a las sociedades del occidente europeo a valorar más profundamente el concepto de la amistad, porque, sin duda, en este pilar inmaterial se concentraba buena parte de la supervivencia de familias enteras y de pueblos. La amistad comenzó a fraguarse como el más sólido recurso entre los más humildes para contrarrestar la fuerza de los poderes de la época.
España contó con grandes pensadores y literatos, que analizaban sin apasionamientos el concepto de la amistad, que llegó a convertirse en verdadera moneda de cambio para las gentes.
Juan Ruíz, mejor conocido como el artífice de Hita (1283-1351), en su monumental obra: “Libro de Buen Amor”, no pudo ser más rotundo al manifestar: por las verdades se pierden los amigos, y por no decirlas se hacen enemigos… A Leonardo Da Vinci, referencia obligada del Renacimiento, le debemos una de las más acertadas máximas sobre el concepto de la amistad: reprende al amigo en secreto y alábalo en público. Y el humanista holandés, Erasmo de Rotterdam (1469-1536), también tuvo razón al decir: la verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos parece ameno.
El legado de Oriente
La influencia de la filosofía oriental no tardaría en hacerse patente, después del largo periplo de Marco Polo, a través de la Ruta de la Seda. Recordemos el antiguo proverbio turco: el que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos. Por lo tanto, no hay ningún ser sobre la tierra que encarne la perfección total, porque esa perfección no existe; debemos ser tolerantes con las virtudes y, sobre todo, con los defectos del prójimo, si buscamos en él el profundo lazo de una amistad bien entendida.
Un proverbio indio dice: recorre a menudo la senda que lleva al huerto de tu amigo, no sea que la maleza te impida ver el camino… Con ello, es fácil comprender que está recordándonos que la amistad es algo que constantemente debemos ir alimentando, no es suficiente decir: tengo tantos amigos, y olvidarnos de ellos, y sólo acordarnos que los tenemos cuando precisamos de sus ayudas para nuestro beneficio. Esa profundidad de pensamiento la encontramos en el filósofo indio Rabindranath Tagore (1861-1941), al que debemos la frase: cuando mi voz calle con la muerte mi corazón te seguirá hablando… También el ensayista, novelista y poeta libanés Khalil Gibran (1883-1931), fue del todo acertado cuando exclamó: no busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir…
El Occidente moderno y contemporáneo
Conceptos, todos ellos, que de alguna manera las diferentes corrientes filosóficas del mundo occidental, durante los siglos modernos y contemporáneos, se han ido repitiendo y manteniendo, aunque expresados con palabras diferentes. Al filósofo inglés sir Francis Bacon (1561-1626), le debemos esta acertada frase: la amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad. El escritor francés Jean de la Bruyère (1645-1696), retomó el proverbio turco, antes citado, cuando exclamó: la amistad no puede ir muy lejos cuando ni unos ni otros están dispuestos a perdonarse los pequeños defectos. Otro francés contemporáneo del anterior, el escritor y teólogo Fénelon (1651-1715), fue más lejos: si queréis formar juicio acerca de un hombre observad quienes son sus amigos. Y al leer al escritor y político Montesquieu (1689-1755), quien, con Voltaire, fue uno de los intelectuales de la Revolución Francesa, vemos la concepción que, para este pensador, tenía del tema que nos ocupa: la amistad es un contrato por el cual nos obligamos a hacer pequeños favores a los demás para que los demás nos lo hagan grandes.
El estadista e inventor norteamericano Benjamín Franklin (1803-1882), manifestó en una ocasión una frase que va mucho más allá del materialismo revolucionario anterior: un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo: un amigo es ambos… Otro norteamericano, el escritor Ralph Waldo Emerson (1803-1882), escribió: un amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta. Tampoco le faltaba razón al poeta irlandés John Klimpel, cuando escribió las dos frases siguientes: cómo sabes tú si es Amor o Amistad, qué separa estos sentimientos. Y, el hombre más rico del mundo no es el que conserva el primer penique ganado, sino el que ha sabido mantener el primer amigo… Porque conservar la amistad es un ejercicio cotidiano, de desinterés mutuo, en el cual ninguna de ambas partes está obligada a nada, pero, al mismo tiempo, a todo, no debiendo basarse esta relación con un simple agradecimiento; como bien supo expresarlo el médico español Santiago Ramón y Cajal (1852-1934), Premio Nobel de medicina, cuando escribió: apártate progresivamente ,sin rupturas violentas, del amigo para quien representas un medio, en vez de ser un fin…; pensamientos que nos recuerda al que llegó el escritor y dramaturgo italiano Carlo Dossi (1864-1910), como expresó en la frase: el falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol. Tampoco le faltó razón a la escritora rumana Isabel de Rumanía (1843-1916), cuando escribió: la amistad si se alimenta sólo de gratitud, equivale a una fotografía que con el tiempo se borra… Y como dice el refrán: “Quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia no los pida…”
Amor y Amistad
Entre el amor y la amistad se establecen, en ocasiones, caminos que convergen, aunque no debemos confundirlos. Mucha tinta se ha escrito al respecto. Nos vienen a la memoria autores como Jules Renard (1864-1910), escritor y dramaturgo francés, quien escribió: entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor. El escritor francés André Maurois (1885-1962), dijo algo interesante al respecto: en amistad, como en amor, no se vuelve con placer más que a los seres con los cuales nos está permitido ser nosotros mismos sin rigidez y sin mentira. Otro literato, el italiano Alberto Moravia (1907-1990), Premio Nobel de Literatura, también se interesó por el tema, como lo confirma su frase: la amistad es más difícil y más rara que el amor, por eso, hay que salvarla como sea.
Una buena amistad es una suerte muy grande que nos acompaña y reconforta durante toda la vida.
Después de leer todas estas máximas de poetas, políticos, escritores y filósofos, creo que la amistad es más que un concepto o simple palabra, repito, pues, la amistad es más que eso, ella, per se, de nada sirve si no se conoce el valor que tiene, por eso, Jesús Ávila Granados, en su informe, La amistad, esa gran desconocida, nos lleva por un recorrido histórico, para que reflexionemos sobre el tema que ha ocupado mi atención.
Pienso que en los actuales momentos, tan difíciles, por los cuales transita la humanidad rumbo al extermino, encerrada como un minotauro en el laberinto de la guerra, cuya salida no encuentra, es preciso conocer la amistad, y no sólo conocerla, sino entender que es la única arma inmaterial que haría posible la paz entre los pueblos del planeta. Hoy día, nos encontramos atrapados en la telaraña de un conflicto de grandes proporciones de no frenar la posible hecatombe, porque la amenaza de cambiar la geopolítica de seis países árabes y uno persa, por parte de los EE. UU de Norteamérica, Israel y sus aliados europeos, es una realidad que está ahí, y ese es el detonante de la santabárbara. Ese es el florero de Llorente del medio oriente por donde comenzará el espanto. Y cuando digo “nos encontramos atrapados…”, es porque el desastre sería a escala planetaria, todos iríamos al precipicio de una inminente tercera guerra mundial. Y no es que yo sea profeta ni adivino ni vidente ni pitoniso ni cosa parecida, que otorgue oráculo o que lea desgracias en la bola de cristal del futuro, no, cualquier persona que esté enterada de cómo se está moviendo en los actuales momentos la política internacional, comprenderá estas terroríficas predicciones. Mi intención no disimulada, al transcribir y redactar este informe, es simplemente contribuir en algo a conocer a esa gran desconocida, la amistad, porque la sombra de la ilusión de la paz como utopía, sigue siendo el sueño aún no soñado por la humanidad. John Lennon dice: imagina que no hay países, no es difícil de hacer, nadie por quien matar o morir… Y Rubén Blades dice: Cuanto control y cuanto amor tiene que haber en una casa, mucho control y mucho amor para enfrentar a la desgracia. Y eso es lo que se ha perdido, el control y el amor, porque la paz no debe ser una sombra de ilusiones, sino una luz que brille en cada casa, en todos los pueblos del mundo, porque la paz comienza con el amor, y con él, la amistad.
Transcripción y redacción, Carlos Segundo Quiroz Quintero.

sábado, 28 de julio de 2012

A SANTA MARTA

Dios te salve ciudad dos veces Santa
Por la gracia del nombre y la divina
unción casi materna con que un día ,
amparaste la trágica agonía ,
que en tu regazo soportara el hombre
más grande de la América Latina.
Mariano Barreneche





Qué estigma marcó tu destino
que tu mar otrora
“transparente y terso”,
inspirador de mí verso,
hoy, decantado en su fondo
lo cubre un corpuscular crepúsculo negro
como una inmensa manta raya de tiniebla dormida.

Qué fueron de tus inveteradas casas coloniales
con balcones ornamentados con trinitarias?
Y qué de las de arquitectura republicana,
hoy sólo ruinas de un pasado sombrío?

De qué sirvió que en tu regazo
muriese el hombre más grande de América Latina?
Fueron acaso las lombardas de Francis Drake
que trajeron ese hado de desidia y abandono?
Qué ha sido de tu Sierra Nevada
cuyos picos antes coronados
de nieve impoluta
hoy se derriten?
Qué será de ti
ciudad dos veces santa,
Dios te salvará como reza en tu himno?

sábado, 21 de julio de 2012

TRINITARIAS

Ellas evocan las memorias del estío
y las nostalgias del invierno.
Las he visto enredadas
en los umbrales del tiempo
en los rediles de la vida
en los jardines de la esperanza
con sus colores taciturnos como el morado.
Las he visto alegres igual que el rojo,
blancas cual alma impoluta.
Las he visto silvestres
ornamentando landas yermas
tal vidas áridas que gimen el dolor
que depara el olvido.
También las he visto vestidas de oro
en los lánguidos otoños del anciano
y engalanadas de jolgorio
en las efímeras primaveras de la juventud.
Me abruma la incertidumbre
de no volverlas a ver
enredadas en los umbrales del tiempo
porque ellas igualmente
las amenaza la extinción de la flora.

jueves, 12 de julio de 2012

MI DESIDERATA

Cuando sientas ese amargo en la garganta
que produce el dolor del desprecio y el abandono
piensa que todo pasa y sólo queda el dulce recuerdo
de haberlo vivido y ya olvidado.
Si te detienes frente al espejo del pasado
verás que fue un espejismo
como agua de río que ahora no es la misma
porque el agua que hoy pasa
nunca será la del mañana.
Recuerda que no hay hoy
el porqué sufrir si la esperanza está ahí,
detrás del espejo, sólo da la vuelta, y verás
que aquellas pesadillas en tus noches aciagas
fueron sueños fallidos que te hicieron despertar
del letargo en que tú mismo te hundías.
No odies porque pierdes lo único que no se detiene, el tiempo,
entonces, aprovéchalo para el amor
que es lo que te hará vivir feliz más allá de la eternidad.
Ve por el camino de la vida recogiendo las rosas que sembraste
en el jardín de la amistad,
y de regreso, córtale las espinas para aceptes con dignidad
irte tranquilo al inexorable abismo de la muerte
del cual jamás regresarás.

domingo, 8 de julio de 2012

PRESAGIO

En esta despedida que presiento,
Extraviados los recuerdos
No acudirán a la cita.
María Del Socorro Jaramillo Gómez


Como un tardío presagio
fue tu presencia en mi vida
sin la premura
ni la prioridad del amor
que desde siempre se anhela

Fuiste la visión anticipada
de ese futuro incierto
que recurrente e irremediablemente
nos había de deparar el olvido

Fuiste una canción lejana
escrita en el pentagrama
de una antigua nostalgia
que el discurrir de los días
fue borrando los arpegios del afecto

Fuiste eso: música flotando
en la curvatura del horizonte
bajo el crepúsculo del silencio
donde ya nada era alegría
sólo melancolía

También fuiste la llama que flameaba
en el pináculo de mi delirio,
en el cenit de mis saudades
en el cual noche tras noche
mis lágrimas de zafir
se convertían en versos
que mis manos tejían para ti

Fuiste todo esto o tal vez más,
un ósculo furtivo en medio de la lluvia,
una ola marina desbordada
en el océano del deseo,
un huracán boreal en el sol
o una gélida estación
como un sombrío invierno en el alma
que lentamente congelaba mis sentidos
y calcinaba de frío mis nervios
semejante a una decantación de la razón
sin la oportunidad de la mesura y la sensatez,
porque del “olvido al amor
se teje la soledad”
y desaparece el dolor

lunes, 2 de julio de 2012

UNA ALDEA EXTRAVIADA EN LOS SUBURBIOS DEL UNIVERSO

Tal vez Colombia, sea mucho menos que una aldea extraviada en los suburbios del universo, una neo colonia arrodillada como un creyente ante Dios al Imperialismo norteamericano, una patria sin memoria histórica, una comunidad que ha perdido su rumbo en el concierto de la independencia. Tal vez sea mucho menos, una cosa insignificante para los colombianos, que no tienen sentido de pertenencia de patria, porque también los han extraviados, vienen de un antiguo extravío que inevitablemente los ha conducido sin brújula, al abismo de la desgracia y desolación.
No hallo adjetivo para calificar lo que es mi país. No me da vergüenza de ser colombiano, me da dolor, dolor de patria, dolor de pertenencia. Siento una larga nostalgia cuando veo que otros países defienden su soberanía, su independencia, países que no se arrodillan para rezarle al dios imperio por un plato de lenteja tóxica que envenenan sus economías: la novísima forma de coloniaje, los TLC.
¿Pero qué me motivó a escribir esto hoy y no un poema o un cuento que es lo que generalmente escribo? Pues bien, me motivó la lectura de un artículo que llegó a mi correo electrónico vía Black Berry, titulado, EL VIEJO REMEDIO. Me lo envió una entrañable amiga que sabe que me interesa todo lo que tiene que ver con la política nacional e internacional.
El magistral artículo es del prestigioso escritor y periodista William Ospina. Él dice, “Yo se que quieren que nos alegramos con la muerte de Pablo Escobar, con la muerte del Mono Jojoy, con la muerte de Marulanda, con la muerte de Desquite, con la muerte de Sangrenegra y con la muerte de Efraín González.”
Y continúa diciendo William Ospina, “Yo no me alegro. No me alegra la muerte de nadie. Pienso que todos esos monstruos no fueron más que víctimas de una sociedad injusta hasta los tuétanos, una sociedad que fabrica monstruos a ritmo industrial, y lo digo públicamente, que la verdadera causante de todos estos monstruos es la vieja dirigencia colombiana, que ha sostenido por siglos un modelo de sociedad clasista, racista, excluyente, donde la ley “es para los de ruana”, y donde todavía la cuna sigue diciendo si alguien será sicario o presidente.
Tanto talento empresarial de ese señor Escobar, convertido en uno de los hombres más ricos del mundo, y dedicado en gastarse su fortuna en vengarse de todos, en hacerles imposible la vida a los demás, en desafiar al Estado, en matar policías como en cualquier película norteamericana, en hacer volar aviones en el aire: tanta abyección no se puede explicar con una mera teoría del mal: no en cualquier parte un malvado se convierte en semejante monstruo.
Y tanto talento militar como el del señor Marulanda, que le dio guerra a este país durante décadas y murió en su cama de muerte natural, o a lo sumo de desengaño, ante la imposibilidad de lograr algo con su inútil violencia, pero que se dio el lujo triste de mantener a un país en jaque medio siglo, y de obligar al Estado a gastarse en bombas y en esfuerzos lo que no se quiso gastar en darles a unos campesinos unos puentes que pedían y unas carreteras.
Yo se que quieren hacernos creer que esos monstruos son los únicos causantes del sufrimiento de esta nación durante medio siglo, pero yo me atrevo a decir que no es así. Esos monstruos son hijos de una manera de entender a Colombia, de una manera de administrarla, de una manera de gobernarla, y millones de colombianos lo saben.
Por eso Colombia no encontró la paz con el exterminio de los bandoleros de los años cincuenta. Por eso no encontró la paz con la guerra incesante contra los guerrilleros de los años sesenta. Por eso no encontró la paz tras la desmovilización del M-19. Por eso no conseguimos la paz, como nos prometían cuando Ledher fue capturado y extraditado, y cuando Rodríguez Gacha fue abatido en los platanales del Caribe y Pablo Escobar tiroteado en los tejados de Medellín, ni cuando murieron Santacruz y Urdinola y Fulano y Zutano y todo el cartel X y todo el cartel Y, y tampoco se hizo la paz cuando murió Carlos Castaño sobre los miles de huesos de sus víctimas, ni cuando extraditaron a Mancuso y a Don Berna y a Jorge 40, y a todos los otros.
Porque esos monstruos son como frutos que brotan y caen del árbol muy bien abonado de la injustica colombiana. Y por eso, aunque quieren hacernos creer que serán estas y otras mil muertes las que le traerán la felicidad a Colombia, los desórdenes nacidos de una dirigencia irresponsable y apátrida, yo me atrevo a pensar que no será una eterna lluvia de las balas matando colombianos desangrados, sino un poco de justicia y un poco de generosidad, lo que podrá por fin traerle paz y esperanza a esa mitad de la población hundida en la pobreza, que es el surco de donde brotan todos los guerrilleros y todos los paramilitares y todos los delincuentes que en Colombia han sido, y todos los niños sicarios que se enfrentan con otros niños en los azarosos laberintos de las lomas de Medellín, y que vagan al acecho en los arrabales de Cali y de Pereira y de Bogotá.
Claro que las Farc matan y secuestran, trafican y extorsionan, profanan y masacran día a día, y claro que el Estado tiene que combatirlas, y es normal que se den de baja a los asesinos y a los monstruos. Pero que no nos llamen al júbilo, que no nos pidan que nos alegremos sin fin por cada por cada colombiano extraviado y pervertido que cae día tras día en la eterna cacería de los monstruos, ni que creamos que esa vieja y reiterada solución es para Colombia la solución verdadera. Porque si seguimos bajo este modelo mental, no alcanzarán los árboles que quedan para hacer los ataúdes de todos los delincuentes que todavía faltan por nacer.
Más bien, qué dolor que esta dirigencia no haya creado las condiciones para que los colombianos no tengan que despeñarse en el delito y en el crimen para sobrevivir. Qué dolor que Colombia no sea capaz de asegurarle a cada colombiano un lugar en el orden de la civilización, en la escuela, en el trabajo, en la seguridad social, en la cultura, en la sana emulación de las ceremonias sociales, en el orgullo de una tradición y de una memoria. Yo, personalmente, estoy cansado de sentir que nuestro deber principal es el odio y el exterminio.
Construyan una civilización. Denle a cada quien un mínimo de dignidad y de respeto. Hagan que cada colombiano se sienta orgulloso de ser quien es, y no esté cargado de frustraciones y de resentimientos. Y ya verán si Colombia es tan mala como quieren hacernos creer los que ven en la violencia del Estado un recurso extremo y doloroso para salvar el orden social, sino el único instrumento, década tras década, y el único remedio posible para los viejos males de la nación.”
Por eso digo que no me da vergüenza ser colombiano, me da dolor. Dolor de ver cómo niños, adolescentes y adultos subliman todas sus frustraciones en el circo romano del espectáculo del futbol, cuando van a los estadios y se tranzan en franca lid con barra de hinchas rebeldes contra otra y se matan a cuchillo limpio que después ensucian con la sangre de hinchas contrarios, sólo porque su equipo gana, pierde o empata. Me da dolor ver cómo otros niños o adolescentes atracan y matan a otros con armas de fuego, para robarles un teléfono móvil o un Black Berry. Me da dolor ver cómo otros tiran ácido sulfúrico o muriático en la cara a otras personas, sólo por un placer patológico, que los ha conducido por un camino equivocado por el cual transita esta sociedad enferma, extraviada en los más infames laberintos oprobiosos que le depara no el destino, sino una clase dirigente que se vale de su ingenuidad como se valía la abuela desalmada de la cándida Eréndira. Por eso, la élite del poder tiene a su servicio una cámara de representantes y un senado podrido, para que de esta manera, corrupto, legisle a su favor.
Por estas incuestionables verdades que duelen, Colombia tal vez sea mucho menos que una aldea extraviada en los suburbios del universo, tal vez sea una estirpe de gitanos en busca de un lugar donde levantar su carpa para mostrarle al mundo los últimos inventos de los sabios alquimistas de Macedonia que trajo Melquíades.
Todo esto que sucede en estas últimas décadas decadentes en esta sufrida y triste Colombia, ha sido expuesto con claridad y profundidad sociológica por el brillante escritor y periodista William Ospina, ante quien con todo respeto me quito el sombrero.