miércoles, 6 de octubre de 2010

UNA SOMBRA ENCIMA DEL SEMÁFORO

Encima de un semáforo hay una sombra como un invierno en suspenso,
la nube de una lluvia por caer lenta y silente sobre la ciudad.
Yo aguardo el cambio de luz al verde esperanza
para verme en el horizonte de tus ojos,
mas el rojo del centinela electrónico me detiene igual que el aguacero.
Y no sólo hay charcos en la vía, sino abismos grises en la bóveda celeste
e indigentes famélicos alrededor del semáforo ahogados en posos de hambre
y taciturnas meretrices embriagadas de sueño y trasnocho,
porque el semáforo se quedó en verde, pero ya sin esperanza,
y ningún hombre se detiene,
para comprar un amor furtivo y hacerlo bajo la lluvia.
También están los trapisondistas, los orates, los contusos,
los que andan en el rebusque cotidiano, igualmente está el sicario
esperando que el semáforo cambie de nuevo al rojo para matar,
y así, conseguir su sustento diario.
Así estamos todos en esta aldea remota, nadando en los espejos de estos charcos,
coda uno desarrollando su rol en el gran teatro de la vida
done el verde de la esperanza se fue del semáforo.
Más yo esperaré que regrese ese verde de pradera
para verme en el horizonte de tus ojos y contemplar contigo
el parto de un nuevo sol.

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