lunes, 25 de febrero de 2013

SOBRE LOS ESCOMBROS DEL PASADO

En 1986, Gabriel García Márquez pronunció un conmovedor y apocalíptico discurso ante presidentes y primeros ministros de entonces, en Ixtapa, México. El discurso lo tituló, El cataclismo de Damocles, y más que un discurso, más aún, fue como un presagio, la clarividencia del poeta, la visión anticipada de un colosal pánico que puede suceder en este instante o en cualquier momento. Ahora, ese magistral discurso tiene más vigencia que entonces. ¿Por qué? La respuesta a esta primordial pregunta, es obvia, evidente, la tienen los que presiden las grandes potencias. En las manos de ellos está la posibilidad de que ese mal presagio pase de ser la visión anticipada de un poeta a una terrible realidad, a una desgracia colosal de la que ya nadie jamás tendrá memoria, porque la sospecha creciente de que el planeta Tierra es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado el prodigio de la vida, será arrasado por un espanto atómico, el prodigio de la vida desaparecerá por la confirmación del presagio. Y digo esto, porque sigue sin tregua visible la proliferación de armas nucleares, la demostración de fuerza, las amenazas cumplidas de ensayos atómicos, éste último, por parte de Corea del norte con el argumento de disuadir a sus enemigos. La peste nuclear se extiende por el planeta como zarza cuyas zarzamoras son las ojivas nucleares puestas y listas en los misiles balísticos que duermen con un ojo y velan con el otro en las santabárbaras de las potencias nucleares. El peligro es latente o potencialmente latente, porque puede suceder una explosión dirigida o accidental, pues un accidente es difícil de prever. Nadie previó el fatal accidente de Chernobyl, sin embargo, sucedió. Ahora bien, de suceder el espanto de una explosión dirigida o accidental, habrá respuesta inmediata por parte de las potencias involucradas en el conflicto bélico mundial, y la humanidad levantará entonces “sobre los escombros del pasado”, Hiroshima y Nagasaki, el acta de defunción del único planeta en el que se dio el prodigio de la vida.

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