Todo lo que nos
rodeaba era de ambos,
hasta que un día
llegaron los heraldos
que traían mensajes
de cansancio
en sus mochilas.
Lucía Gómez
Cuando termine nuestra primavera
llegarán los heraldos
con sus “mensajes de cansancio”.
Seremos entonces huérfanos errantes
flotando en los piélagos azules del recuerdo,
evocaremos los taciturnos días de lluvia
cuando “todo lo que nos rodeaba era de ambos”.
Y llegaron los heraldos con mensajes de
adioses
en sus mochilas, como flores marchitas.
Aún conservo tu fotografía sobre el
computador
en el que escribo estos versos para ti
inspirado en ese amor tan frágil cual cristal
que el tiempo quebró.
En mi pensamiento tu recuerdo será perenne,
porque no olvidaré jamás
la magia ardiente del efluvio de tu pubis en
flor,
la destreza de tus labios carmesí,
el aroma de tu piel de seda,
y todo eso que era de ambos
antes de que llegaran los heraldos
con sus “mensajes de cansancio”.
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