A partir de la aplicación de
la antropología en los afanes contrainsurgentes de Estados Unidos y de la
presencia de científicos sociales como asesores en el terreno de las brigadas
de combate de ese país en sus guerras neocoloniales, un número creciente de
profesionales de esta disciplina se han dado a la tarea de estudiar la
magnitud, características y consecuencias de este descomunal esfuerzo
imperialista por mantener su hegemonía militar para salvaguarda de sus
intereses económicos, corporativos y geoestratégicos en el mundo.
Así, el antropólogo David
Vine, quien prepara un libro en torno a las más de mil bases militares
estadunidenses en 150 países (a las que hay que sumar las 6 mil bases
internas), publicó el artículo LA ESTRATEGIA DEL NENÚFAR, en el que se informa
sobre la transformación silenciosa que el Pentágono lleva a cabo de todo el
sistema de bases fuera del territorio estadunidense, lo que significa una y
peligrosa forma de guerra.
Acorde con Vine, los
militares estadunidenses aumentan la creación de bases militares en todo el
planeta que ellos llaman nenúfares (esas hojas o plantas que flotan en la
superficie de las aguas y que sirven a las ranas para saltar hacia su presa) y
que consisten en “pequeñas instalaciones secretas e inaccesible con una
cantidad restringida de soldados, comodidades limitadas y armamento y
suministros previamente asegurados. Semejantes bases nenúfares se han
convertido en una parte crítica de una estrategia militar de Washington en
desarrollo que apunta a mantener la dominación global en un mundo cada vez más
competitivo, cada vez más multipolar”.
Ahora bien, el Pentágono se
prepara para un posible ataque a Siria, porque la intención no disimulada de
Washington, es invadir 6 países árabes y uno persa (Irán). De ocurrir esta
peligrosa y temeraria operación, encendería toda la región de Oriente Medio que
tendría consecuencias funestas no sólo para Oriente Medio, sino para el
planeta.
“Una masa de fuego encenderá
Oriente Medio, advirtió Al-Zoubi, ministro de información de Siria, agregando
que el ataque no será un “picnic”. “La presión de Estados Unidos no va a
ayudar, es una pérdida de tiempo, y Siria no se retirará de su lucha contra el
terror”, aseguró el alto funcionario. Asimismo, rechazó las acusaciones por
parte de la oposición siria de que el Gobierno había llevado a cabo un ataque
con armas químicas, responsabilizando a su vez a los mismos rebeldes del empleo
de este tipo de armamento, del que dijo que el Gobierno tiene pruebas. Estas
pruebas las ha ratificado Rusia mediante un video satelital.
“El uso por la oposición
siria de armas químicas, demuestra su incompetencia y confusión”, manifestó
Al-Zoubi.
El pasado 21 de agosto del
presente año, varios medios de comunicación árabes informaron sobre un supuesto
ataque con gas en las cercanías de Damasco, que supuestamente dejó centenares
de víctimas mortales. Aunque los activistas rebeldes acusaron del ataque a las
fuerzas gubernamentales, las fuentes oficiales en Damasco se apresuraron a
desmentirlo.
Las autoridades sirias han
descubierto un arsenal de armas químicas en unos túneles cerca de Damasco,
según la televisión estatal. Se presume, por no decir que se afirma, que este
arsenal es suministrado por los Estados Unidos e Israel.
Analistas internacionales en
materia de la política bélica que lleva a cabo el Imperialismo en el mundo,
estiman que de cruzar éste la línea roja que separa la paz de la guerra, no
sólo se incendiaría Medio Oriente, sino que las consecuencias serían
catastróficas para el planeta, porque tanto Siria como Irán han dicho de manera
categórica y rotunda, que responderán al ataque de los Estados Unidos, que al
hallarse en crisis, recurre a la desmesura para así imponer su hegemonía. Sería
entonces el apocalíptico preludio del peor espanto, la última guerra, porque
las ojivas nucleares que velan con un ojo abierto en las santabárbaras de las
potencias que las poseen, saldrían de la vigilia en que se encuentran a fin de
cumplir la misión para las que fueron creadas.
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