Donde no hay justicia es peligroso tener razón,
ya que los imbéciles son mayoría.
Quevedo
En un mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
de qué vale la justicia? Y quien tiene razón, peligra.
Entonces, sueña aunque no puedas dormir
y no te desesperes porque esperar
es la utopía de los humildes.
El mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
es ahora el paraíso de los miserables
que no tienen norte porque el horizonte
se tragó la brújula que los orientaba
a fin de llegar cansados a los oasis del hambre.
En un mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
los invasores siguen la orgía de la guerra
el holocausto del terror
la hecatombe de la desidia.
El festín financiero abre sus fauces
para tragarse a los que mendigan un peso
que luego tiene que pagar millones, y sin derecho a techo.
Pero un día, un día,
un día,
oh tierra
oh mar
oh cielo,
una vorágine
un ciclón de averno
una erupción volcánica
una catalepsia cósmica
barrerá de la faz de la tierra
del mar
y del cielo,
eso castillos de arena
y esas flores de papel,
y arderán como yesca en incendio forestal
y habrá terminado por fin las invasiones
y los festines financieros.
La utopía de los humildes
será entonces el reino de Dios en la tierra,
de un dios que ellos ni nadie ha visto,
porque es un fantasma que sólo habita
en la imaginación de los creyentes.
ya que los imbéciles son mayoría.
Quevedo
En un mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
de qué vale la justicia? Y quien tiene razón, peligra.
Entonces, sueña aunque no puedas dormir
y no te desesperes porque esperar
es la utopía de los humildes.
El mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
es ahora el paraíso de los miserables
que no tienen norte porque el horizonte
se tragó la brújula que los orientaba
a fin de llegar cansados a los oasis del hambre.
En un mundo construido con castillos de arena
y ornamentado con flores de papel
los invasores siguen la orgía de la guerra
el holocausto del terror
la hecatombe de la desidia.
El festín financiero abre sus fauces
para tragarse a los que mendigan un peso
que luego tiene que pagar millones, y sin derecho a techo.
Pero un día, un día,
un día,
oh tierra
oh mar
oh cielo,
una vorágine
un ciclón de averno
una erupción volcánica
una catalepsia cósmica
barrerá de la faz de la tierra
del mar
y del cielo,
eso castillos de arena
y esas flores de papel,
y arderán como yesca en incendio forestal
y habrá terminado por fin las invasiones
y los festines financieros.
La utopía de los humildes
será entonces el reino de Dios en la tierra,
de un dios que ellos ni nadie ha visto,
porque es un fantasma que sólo habita
en la imaginación de los creyentes.
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