Un gran fervor
pensante y superpoblado
lleva a mi yo como un
abismo pleno.
Un viento carnal y
resonante sopla,
y el azufre mismo era
denso.
Antonin Artaud
Ahora camino por un laberinto de soledad,
por un dédalo sombrío de aristas multiformes,
como espejo quebrado en el que busco tu
sombra
tu fantasma de fantasía, pero sólo hallo los
escombros del pasado,
astillas puntillosas clavadas en el bajo
vientre que perturban la sensatez.
Un viento vertiginoso, un vértigo violento igual
que una guerra
recorre los pasillos del laberinto y arrastra
tu sombra hacia ignotos océanos
en los que el amor se abre como un girasol
que gira en el viento.
Tú eres el viento, y el sol, tu sombra.
Entre el viento y el sol, en un vértice de tu
bajo vientre
semejante a un pubis ardiente que palpita
se posa mi boca, come de tu carne para saciar
un sexo erecto,
famélico como ave de rapiña en la vigilia de
la abstinencia
que gotea azufre denso igual que semen.
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