martes, 27 de julio de 2010

FLORES DE DESAGRAVIO

No preciso que me hables
sobre los árboles del estío:
son follajes del pensamiento,
santuario de pájaros no terrenales
y de vientos que al mediodía viajan
a sus etéreas moradas; …
Emily Dickinson





Ya no es preciso que me hables,
porque tu lenguaje de silencio,
es más diáfano que la luz del alba en el estío.
Ese es el precio de la ofensa, tu silencio.
Las palabras proferidas por mi boca de agravio,
vulneraron tu alma de niña humana y sencilla.
Y el poeta ahora te dice: “nadie cruza el camino de alguien
por casualidad, y no se entra en la vida de ese alguien, sin ninguna razón
hay mucho para dar y recibir,
mucho para aprender, con experiencias positivas y negativas
es eso
intenta ver las cosas negativas que te pasan como algo que sucede
por alguna razón, no te lamentes por lo ocurrido
y continúa tu camino.”
Tú pasaste por la puerta del camino de mi vida, pero no entraste,
para enseñarme con tu silencio
que el precio del agravio, es más costoso, doloroso y puntilloso
que las heridas que producen todas las agujas del infierno
y las espinas de las rosas del desprecio.
Estas flores de desagravio, sembradas en el jardín de mi nostalgia,
por la ofensa proferida,
son para ti, guárdalas en el santuario del olvido.

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