Tal vez este mundo sea el infierno
de otros planetas…
Aldo Huxley
No sólo es el infierno
pues, un excelso novelista
un humilde cataquero
creador de un mundo mágico
llamado Macondo
y ganador del Nobel de literatura
refiriéndose al mundo,
dice, “Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria,
dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio
de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente
de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado
la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad
a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas
va en sentido contrario a la inteligencia.”
Y así es, porque “La potencia de aniquilación
de esta amenaza colosal,
que pende sobre nuestras cabezas
como un cataclismo de Damocles,
plantea la posibilidad teórica de inutilizar
cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol,
y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia,
ningún arte,
ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces
como la industria nuclear desde su origen,
ninguna otra creación del ingenio humano
ha tenido nunca tanto poder de determinación
sobre el destino del mundo.”
Según escrituras bíblicas en simbolismos
y designios apocalípticos
una nación sionista
con gran poder económico y militar
por temor a ser atacada sin razón alguna
por una nación persa
lanzará con su catapulta de terror
la primera piedra atómica de la magna catástrofe,
la infame ojiva nuclear del terrible espanto
que caerá como la espada de Damocles
sobre la cabeza de este “mundo feliz.”
Un “mundo feliz” que según las predicciones
escritas en los pérgamos de la historia humana
sería arrasado por un viento vertiginoso
y lanzado a los oscuros abismos del universo
como la aldea sin memoria que es
dejada de la mano de su dios: el hombre.
de otros planetas…
Aldo Huxley
No sólo es el infierno
pues, un excelso novelista
un humilde cataquero
creador de un mundo mágico
llamado Macondo
y ganador del Nobel de literatura
refiriéndose al mundo,
dice, “Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria,
dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio
de la gran patria universal. Pero la sospecha creciente
de que es el único sitio del sistema solar donde se ha dado
la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad
a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas
va en sentido contrario a la inteligencia.”
Y así es, porque “La potencia de aniquilación
de esta amenaza colosal,
que pende sobre nuestras cabezas
como un cataclismo de Damocles,
plantea la posibilidad teórica de inutilizar
cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol,
y de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia,
ningún arte,
ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces
como la industria nuclear desde su origen,
ninguna otra creación del ingenio humano
ha tenido nunca tanto poder de determinación
sobre el destino del mundo.”
Según escrituras bíblicas en simbolismos
y designios apocalípticos
una nación sionista
con gran poder económico y militar
por temor a ser atacada sin razón alguna
por una nación persa
lanzará con su catapulta de terror
la primera piedra atómica de la magna catástrofe,
la infame ojiva nuclear del terrible espanto
que caerá como la espada de Damocles
sobre la cabeza de este “mundo feliz.”
Un “mundo feliz” que según las predicciones
escritas en los pérgamos de la historia humana
sería arrasado por un viento vertiginoso
y lanzado a los oscuros abismos del universo
como la aldea sin memoria que es
dejada de la mano de su dios: el hombre.
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