Siempre quise que fueras
como arrebol en el horizonte
de un mar ignoto en el que
la bruma cual briznas de zafir
dibujaran entre nubes tu
silueta.
Fuiste para mí la canción
que quise cantar tantas lunas
bajo el alero de tu ventana,
y así, esperar el sol
con la ilusión de verte
dormida
para devorar tu desnudez
como lobo hambriento
ávido de lujuria, posarme en
tu pecho y descender lentamente
hacia el vértice del volcán
de tu orquídea en celo.
Fuiste para mí un silencio
en el bullicio de la ciudad
una luz en la tiniebla de la
angustia
una rosa en la tormenta de
los vientos cruzando océanos
una vorágine en el
pensamiento
un delirio en la memoria.
Todo eso y tantas cosas
anteriores al desengaño
al dolor
a la desilusión,
fuiste para mí.
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