Ahora
que has partido para siempre,
te
recuerdo más que entonces
y
comprendo aún más, que en la infancia,
adolescencia
y hoy en la madurez de mi vida,
fuiste
el faro, pues cuando estuve a la deriva,
trazaste
con tus principios, la ruta por la cual viajo
en
estos tiempos posteriores a tu ausencia eterna.
En
tu aniversario, escribo estas palabras
como
un tributo digno para un papá
que
siempre entendió que el amor de padre
nace
en un instante y dura toda la vida.
Carlos Segundo Quiroz Quintero
Octubre de 1996
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