Colombia, te escribo este responso
desde una orilla del trémulo río de la paz
y desde la otra orilla
te cantan a coro
las silentes voces
de los secuestrados y desaparecidos,
porque tu gloria ya no es inmarcesible
ni tu júbilo es inmortal
ni en tus surcos de dolores y olvidos
germina el bien
como tampoco ha cesado
la horrible noche
ni las auroras derraman
la sublime libertad y soberanía,
porque tu abigarrado cielo
lo han opacado las siete estrellas negras del Imperio
para derrotar tu invencible luz
ni tú ni la humanidad entera
que entre cadenas gimen
han comprendido las palabras
del que murió en la cruz
tu tierra ahora no se baña en sangre de héroes
sino en sangre de los mártires desaparecidos
y a orillas de este río ahora turbulento
el pueblo hambriento aún lucha
y los escombros de la muerte
como rellenos sanitarios
cubren tus campos.
Colombia, tengo la certidumbre
que Bolívar no bajó tranquilo al sepulcro
porque su muerte en el sagrado santuario
de San Pedro Alejandrino,
no contribuyó para que cesaran los partidos
y se consolidara la unión, amén.
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