jueves, 1 de abril de 2010

LUCIÉRNAGAS EN LA OSCURIDAD

El mundo vive ahora en las profundidades del abismo de la guerra,
y no tiene cómo salir de ahí,
porque la élite imperial del Norte y el Capitalismo salvaje,
lo han conducido como luciérnagas en la oscuridad
por el temible laberinto bélico de las tinieblas.
Igualmente, hoy día,
nuestra “querida, contaminada y única nave espacial”,
en la que todos somos tripulantes de un viaje sin retorno en el tiempo,
se encuentra grave, recluida en el invernáculo
de la unidad de cuidados intensivos del universo,
y los científicos diagnostican enfermedad crónica
por síndrome de calentamiento global severo,
producto del nefasto virus del Capitalismo salvaje.
En cualquier momento, nuestro planeta que entonces fue azul,
y que ahora se torna de un color difuso que presagia desgracias
podría verse avocado a una tragedia de inconmensurable proporciones,
en la cual no tendríamos lugar alguno como refugio,
porque un tsunami, un terremoto o el despertar de bombas nucleares,
que duermen con un ojo abierto en las santabárbaras
de las grandes potencias,
no sería castigo de Dios,

sino que serían los estertores de la muerte o el delirio de fuga
que produce esa enfermedad crónica, y la estupidez de la guerra.
Y ante esta magna catástrofe,
no habrá luciérnagas que iluminen la oscuridad,
porque volveremos a la nada de donde vinimos,
y será una larga noche como un génesis apocalíptico,
y retornaremos a nuestra infancia glacial.
Y el único consuelo si es que nos queda
de estas terribles reflexiones,
es que la vida en todas sus manifestaciones,
es aún más sensible que las alas de las luciérnagas
y de sus tenues luces que entonces no alcanzarán
a iluminar las tinieblas bíblicas de la eternidad.

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