miércoles, 5 de octubre de 2011

EL FUNERAL DE UN PATRIARCA PROCLIVE

…porque debo dictar sin pena alguna
la sentencia hasta ahora nunca vista
de fusilar a un criminal ardiente
que a pesar de sus viajes a la luna
ha matado en la tierra tanta gente,
que huye el papel y la pluma se arranca
al escribir el nombre del malvado,
del genocida de la Casa Blanca.

Pablo Neruda





Sus funestos funerales se celebraron con júbilo en Wall Street
El regocijo de campanas de gloria y festejo feliz
se extendió de costa a costa en su propio país.
Su triste célebre muerte
era inminente, porque llevaba por dentro
el germen de su propia destrucción
(la bacteria metálica de la putrefacción
y el virus de la inflación.)
A pesar de su opulencia
vivió miserable como indigente
porque en su nefasta vida
mató demasiada gente.
Fue engendro de una meretriz inglesa
(sietemesino mal parido con delirio de grandeza.)
Vivió un destino infame y famélico
encerrado en el dédalo del poder
buscando con ansia un medico
a fin de su aciaga existencia no perder.
Su cadáver fue ornamentado
con algas de sepulcro
y hojas gélidas de otoño
y arrastrado sin piedad
por el redil del olvido
para contarle “al mundo
la buena nueva de que el tiempo incontable
de la eternidad había por fin terminado.”

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