Sobre una nube gris como plomo fundido que chorrea sangre, está el cementerio del mundo con todos los cadáveres de la humanidad.
En un extremo de la nube colgado de un garfio oxidado pende el Guernica de Pablo Picasso y en el otro extremo, colgado de otro garfio más oxidado aun, pende el Cristo del “Divino” Dalí, ambos simbolizan la guerra y la paz como los dos extremos de la razón, porque “primero que la inteligencia, estuvo la estupidez del hombre.” (Frase célebre de Antonin Artaud), cuyo cadáver todavía respira.
El cadáver de Papa negro y del presidente negro (premio Nobel de Paz), están más podrido que la democracia.
La música de fondo es una Polonesa (La Heroica de Federico Chopin) cuya sublime melancolía, hace llorar a las plañideras.
Un elefante blanco nada desesperadamente en El Lago de los Cisnes de Tchaikovski, busca refugio, pero lo matan para cortarle el marfil.
Ahora el panorama se vuelve de barro, del cual surge el craso error de Dios, Adán, de la costilla de él, arrastrándola, cuelga Eva pariendo la prole de plebeyos. Los patricios no son de este mundo, pero también se pudre en su opulencia igual que el Papa en su Torre de Marfil en el Vaticano.
El Demonio se burla del bochornoso espectáculo, porque le parece mentira tanta verdad dicha.
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