Heme aquí
enunciando un porvenir incierto
un futuro sin frontera en el tiempo
como un proyecto inverosímil
desconociendo como un trapecista
en el circo de la utopía
que la felicidad
no es un estado subjetivo y voluntario
sino un capricho del albedrío
que las cosas suceden porque si
y no porque yo las permití.
Heme aquí
lamentando mis derrotas
diciéndome a mí mismo,
“si yo hubiese tomado otra decisión
tal vez sería otro mi destino.”
Pero no,
yo he permitido todo lo que me ha sucedido
y no debo lamentarlo
sólo debo asumir mi responsabilidad
porque soy el arquitecto de mi vida
así la construí:
sobre el cimiento vacuo de la inexperiencia.
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