martes, 19 de mayo de 2015

PARÁBOLA DEL EXILIO

La guerra es una masacre
entre gentes que no se conocen,
para provecho de gentes
 que si se conocen
 pero que no se masacran.
Paul Valéry


Ella fue masacrada delante de Dios,
pero él no vio esa desgracia infame.
Quedó destrozada por la explosión
como una guitarra
sin cuerdas sobre la sábana roja
de un pentagrama.
Fue otra desplazada más
entre tantas desplazadas
y violadas en la lucha armada colombiana.
Entonces voló al exilio como paloma que era.
No encontró nido
no halló aliados
sólo encontró los escombros de un país
en cenizas donde reposaron sus restos.
Entonces, su enemiga natura, la guerra,
la persiguió por los campos devastados,
no le dio tregua.
Y aunque ella se refugiaba en los ríos,
su verdugo natural
contaminó los ríos
los valles
los llanos
las montañas
y todos los lares
en los que ella se amparaba,
porque a la guerra
sólo le interesaba el oro
el petróleo
los bosques
los páramos
las amapolas
la coca
la marihuana como trofeos.
Entonces la paloma murió en el exilio
y a sus funerales
asistió Dios y sus ministros,
que son las “gentes que si se conocen
pero que no se masacran”.





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