miércoles, 25 de agosto de 2010

CARTA PARA CAROLINA DEL MAR

Querida hija, esta carta que te escribo es para contestar la tuya que me hiciste con ocasión de tu último seminario de Caminos Adolescentes como elenco que fuiste.
Fue tu tiempo de reflexión y de apoyo a los nuevos participantes en el cual cumpliste con tu misión de servir en una doble dirección: de una parte, apoyando a aquellos contemporáneos tuyos a quienes no conocías, y que hoy, son tus amigos para toda la vida.
Fuiste a cumplir con la misión del Caminante, brindándoles a ellos incondicionalmente tu luz y tu amor. Devolviste con creces lo que otros un día te dieron cuando fuiste participante.
Y por otra parte, igualmente fuiste a apoyarte a ti misma para crecer y ser cada día mejor persona.
Yo recibí tus bendiciones y toda la luz que con mucho amor me enviaste desde tu lugar de reflexión a fin de sanar la terrible enfermedad que por varios meses afectó mi salud y mi tranquilidad.
Fue un trance demasiado difícil que me produjo desequilibrios y perturbaciones emocionales hasta el punto de sentir depresiones jamás antes sentidas, no sólo por la incapacidad en la cual me hallaba, sino por la angustia de no poder seguir apoyándote ti y a tu hermano, en el caso fortuito de que yo falleciese antes de verlos realizados.
Afortunadamente ya he recuperado mi salud y mi tranquilidad, aquella tranquilidad que perdí no sólo por mi enfermedad, ese terrible y funesto alcoholismo, sino por eventos o situaciones dolorosas del pasado que marcaron mi vida, la tuya y la de tu hermano, y que ahora es tiempo de pedirte perdón, y aunque yo ya me perdoné por el ridículo que hice, quizá sin conciencia de lo que hacía, y tú lo sabes muy bien y comprendes, el daño sigue siendo irreparable, pero irrepetible. Sólo el olvido sepultará en la fosa del tiempo el daño causado.
Yo aprendí de todo esto que ya pasó, que el que humilla o desprecia a un ser humano, cualquiera que sea su condición, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios que hizo, y tal vez las reciba aún mayores.
También aprendí cuando murió mi madre primero, y después mi padre, que intentar perdonar o pedir perdón o decir un te amo o un te quiero ante el sepulcro de mis padres, ya no tenía ningún sentido. Así fue, lloré ante sus tumbas, pero ya era demasiado tarde. Te digo esto para que no cometas mis errores, para que aprendas de mí cuando yo ya no pueda decirte más nada. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo, y como ahora es tiempo de expresarlo, te digo que yo también cometí errores y de ellos algo aprendí, pero fue tarde porque ahora no es igual como entonces.
Me siento muy contento contigo por decirme que das gracias a Dios por tener un papá tan especial, que a pesar de los fallos que cometí contigo, tú me perdonas. Esa frece es grande como grande es tu corazón.
También me dices que te perdone por tus actitudes frente a mi, y que sabes que han herido mis sentimientos. Ya todo eso está perdonado, pues un buen padre sabe perdonar, pero también sabe enseñar.
Yo te dejo estas enseñanzas para que las lleves contigo por siempre, y digas con orgullo para tu propia dignidad, que tuviste un buen padre, y no un padre bueno, pues no son iguales, el padre bueno permite todas las desmesuras de los hijos, y eso les hace daño aunque él no lo crea.
Sólo me resta decirte que estoy muy orgulloso de ti, pues ahora te pareces a la hija que siempre quise tener. Decirte también que puedes contar conmigo sin condiciones, únicamente te hago recomendaciones por tu bienestar, y recuerda el cuento que de niña te ponía en el toca discos: Pedro y Lobo. El mundo está lleno de lobos disfrazados de ovejas.
Te quiero por siempre. Hija, se feliz, pues esa felicidad, la llevas en tu corazón y ha de acompañarte toda tu vida.
Ahora bien, esta carta tiene la intención de expresarte mi cariño y mi gratitud por ese amor filial que me profesas. Toma de esta carta lo que tú consideres positivo para tu crecimiento como persona, si hay alguna frase con la cual tú no convengas o no compartes, déjala, no es dogma, pues no siempre tengo la verdad, soy falible como todos los seres humanos, pero de lo que si estoy seguro, es que he aprendido con el dolor que causa el sufrimiento que cuesta aprender a vivir, y yo ahora he aprendido a vivir, porque aprender a vivir tiene un costo demasiado alto, pero cuando se cancela esa deuda, es un triunfo que produce felicidad, y con esas experiencias, se pueden derrotar la adversidades repentinas.
Con el cariño y el amor de padre, tuyo por siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario