sábado, 15 de enero de 2011

LOS FUNERALES DEL FUTURO

La Internet, es uno de los medios de comunicación más eficientes, porque nos permite estar conectados de manera permanente e inmediata con el mundo. También sirve para pasar el tiempo viendo voluptuosas mujeres desnudas, mostrando su pornografía, y hombres vendiendo la imagen erecta de su virilidad comercial.

Igualmente nos llegan por este medio de comunicación, correos electrónicos interesante que nos hacen crecer como persona, pero así mismo llegan otros que deprimen el espíritu y desgarran el sentimiento del amor que debe tener el hombre por el hombre. Me refiero a las imágenes deprimentes de niñas recién abortadas, y tiradas en las calles de la China Continental.

Madres que se ven obligadas a mal parir, y botar a la basura a sus hijas, sólo porque una ley china no permite más mujeres, como si las mujeres allá fueran engendros del demonio.

“El Mundo está loco, loco, loco”, fue una película cómica que vi cuando yo era un adolescente, y creería que el mundo era una manzana. Ahora creo que el mundo no está loco, sino que está enfermo, lo veo gravemente enfermo, cuya patología está fuera del control de los mejores científicos y patólogos del planeta.

Hoy día, cobra más vigencia una frase de un poeta y dramaturgo francés, Antonin Artaud, quien fue internado en el sanatorio mental de Rodez, en Francia, por pensar demasiado, y cuestionar la psiquiatría moderna y la medicina. Él argüía que eran los enfermos, los que tenían que aprovisionarse en las farmacias, pero él no, porque él era “un toxicómano voluptuoso y organizado”, y la medicina tenía la obligación de suministrarle la sustancia que le devolvía la tranquilidad a su espíritu (se refería al ministro de la salud de Francia de entonces). Le fue extraído el lóbulo central del cerebro, y sometido a choques eléctricos. Finalmente murió en el sanatorio mental de Rodez. Por supuesto, para la psiquiatría moderna, Artaud estaba loco. Él necesitaba la morfina para aliviar el dolor que le causaba una terrible enfermedad que atacó su cerebro desde niño: meningitis. Artaud dice en uno de sus libros, “primero que la inteligencia, estuvo la estupidez del hombre”.

Cito a Artaud para dimensionar el tamaño de la desgracia que se acerca, la terrible amenaza a que se verá abocado en los próximos diez años el mundo, por la estupidez del hombre, pues el mundo no está loco, está enfermo en el invernadero de cuidados intensivos del universo, y le queda poco tiempo de vida. La aterradora patología se llama CALENTAMIENTO GLOBAL SEVERO, y es irreversible. El diagnóstico fue publicado en Internet el sábado 3 de febrero del 2007 en LA CRONICA DE HOY. Dice el título, “Expertos advierten que calentamiento global de la tierra es irreversible”.

El grupo científico más acreditado en el mundo sobre el cambio climático formalizó ayer su primera advertencia con una conclusión tajante: “el calentamiento del sistema climático es inequívoco”, la causa es “muy probablemente” inducida por el hombre y “continuará por siglos”.

En uno de los apartes de la página encontré que Calentamiento global es la teoría basada en observaciones que muestran un aumento en la temperatura media de la atmósfera terrestre y de los océanos en las últimas décadas y que predice, a partir de proyecciones basadas en simulaciones computacionales, un crecimiento de las temperaturas en el futuro, en el cual estaremos cocinándonos a fuego lento o congelándonos. La variante antropogénica (efectos producidos por las actividades humanas) de esta teoría predice que esto sucederá si continúan las emisiones de gases de efecto invernadero. La opinión científica mayoritaria sobre el calentamiento del clima dice que “la mayor parte del calentamiento observado en los últimos 50 años, es atribuible a la actividad humana”. Al parecer, todo indica que la principal causa del calentamiento inducido por los humanos, se debería al aumento de las emisiones de dióxido de carbono. Una de las consecuencias de estos cambios extremos, es la disminución en los volúmenes del agua potable en el planeta, porque al desaparecer los bosques y los nevados, disminuye el caudal de los ríos. En consecuencia, la humanidad se verá retada a enfrentar una nueva guerra: la guerra del agua, pues los países que tienen glaciares como Chile, ya están en la mira del gran país del Norte, que so pretexto de “terroristas”, invade e interviene en cualquier país que no se someta a sus pretensiones imperialistas. Los EE. UU, de Norteamérica, tienen mucha responsabilidad en este fenómeno climático, y se niega aún a firmar el tratado de Kyoto. Ahora bien, para reflexionar a cerca del tema en cuestión, “El escenario que plantea la película El Día Después, protagonizada por Dennis Quaid, esboza una secuencia que muchos expertos predicen como plausible en el largo plazo si no se toman medidas”. Entonces, “lejos de la ficción, la Tierra hoy parece enloquecida” y no sólo porque la furia de Katrina devastó parte de la costa de los EE. UU, sino que en pocas semanas se vieron inundaciones con decenas de muertos (funerales que ahora están en el pasado) en el centro y este de Europa, olas de calor con sequías devastadoras en España, Francia e Italia; un tifón en China, una lenta pero persistente desertificación en África ¿Qué está pasando?”

Yo me pregunto entonces sin pesimismo, con base en el fundamento científico de los que de verdad saben cómo está el planeta del cual el hombre se ufana en decir, que es el único del sistema solar con vida, me pregunto, si el planeta azul volverá a los tiempos seculares de las tinieblas glaciales o si retornará a las llamas apocalípticas de los tiempos bíblicos, cuando Dios aún no había separado la luz de la oscuridad, y todo era caos. Sin embargo, lo que está por suceder no me produce pánico, me produce un cierto malestar porque las próximas generaciones no tendrán las condiciones naturales que tuvimos nosotros. Pero si soy consecuente con mis principios dialécticos, científicos, debo admitir que el universo se expande y se contrae, y dentro de esta teoría está la no destrucción, sino la transformación de la materia en energía y viceversa, porque la energía es igual al producto de la masa (materia) por la velocidad de la luz al cuadrado, es decir, que la masa o materia bajo estas condiciones, se transforma en energía. Esta teoría demostrada por Albert Einstein, contribuye aún más a la teoría fundamental de la evolución del universo. La Vía Láctea, la tierra y todos los planetas del sistema solar nuestro, evolucionan, y los cambios que están sucediendo en la tierra, obedecen a la evolución de la “inteligencia” humana que como un catalizador, ha acelerado el proceso. En consecuencia, el planeta tierra, ha sido arrastrado por un antiguo extravío del cual hay que parar ya o de lo contrario, vamos a los precipicios del caos y la destrucción.

Dentro de muchos millones de años, miles de millones, el sol que hoy nos alumbra se apagará para siempre mediante un proceso natural, será un punto negro flotando en el universo como una inmensa bola de carbón quemado, un fósil sideral que se tragará a los planetas que giran en torno de él, inclusive la tierra. Esto lo plantea la teoría del Big Bang, dentro de la teoría de la relatividad que supone, que la única verdad absoluta, es que todo es relativo. Pero lo que está sucediendo con la tierra ahora, no es natural. Entonces, “el calentamiento global de la tierra y el deterioro del medio ambiente” no es otra cosa que la confirmación de la célebre sentencia de Artaud, pues el hombre no fue inteligente con el tratamiento que dio a la ecología, fue estúpido. Esto era inevitable, pues no obstante, como todos los grandes logros de la inteligencia, que no sólo proyectan luz sino también sombras y ocasionan a la humanidad disgustos y calamidades además de ventajas, a partir del descubrimiento de combustibles fósiles, de la revolución industrial, de las explosiones y experimentos nucleares, y de todos los inventos que han contribuido al desarrollo mediante la utilización de la “inteligencia” humana, el resultado era inequívoco y por ende absurdo. Este es el precio que ahora la humanidad está pagando por el progreso dentro de un desorden muy difícil de controlar, pues hay demasiados intereses políticos y económicos de las grandes potencias que ya están listas para abandonar la tierra. De no ser así, ¿por qué invierten tanto dinero en la construcción de plataformas extraterrestres? Sin embargo, con relación al tema en cuestión, surge un interrogante: ¿entonces cómo no aprovechar los combustibles fósiles, el descubrimiento de la energía nuclear, etcétera? La respuesta a esta pregunta la tenían los Incas, Aztecas, Mayas, Taironas y otros imperios del pasado que llegaron a un gran desarrollo cultural, antes de ser invadidos y destruidos por la “sabia” cultura occidental.

Ahora bien, es aquí donde surge la gran pregunta romántica, ese cuestionar del sentimentalismo inherente a los poetas y escritores, simplemente por ser demasiado humanos. ¿Qué vamos a hacer ante la descomunal desgracia que nos espera, y qué herencia ecológica le vamos a dejar a nuestros hijos?, La respuesta es de una profunda reflexión, porque todo lo que afecta al medio ambiente, afecta en mayor proporción al hombre, pues ante una arremetida violenta por la naturaleza como las que ya están sucediendo, vastos incendios forestales y heladas, tsunamis, pandemias, terremotos y otra desgracias que todavía no conocemos. Entonces seremos impotentes e incapaces de enfrentarlas, y no se podrá decir que es la voluntad de Dios, sino la del hombre que con su “inteligencia”, no ha podido inventar el remedio para la enfermedad del planeta, porque es una enfermedad terminal e irreversible.


La madre tierra nos está cobrando demasiado caro el tamaño de la estupidez, y digo, nos, porque todos estamos embarcado en una nave en la cual somos pasajeros que viajamos en ella al garete para ninguna parte. Navegamos en un inmenso transatlántico por los océanos del universo como un náufrago sideral que surca las fronteras del tiempo en busca de los lindero de la razón para resarcir el daño ya irreparable e irrepetible, porque madre naturaleza sólo hay una, y no habrá otra jamás. Viajamos vivos y muertos, pobres y ricos, blancos y negros, porque ante la magnitud de esta desgracia, todos somos iguales.


La tierra es un inmenso trasbordador en el cual viajamos sin la oportunidad de devolvernos en el tiempo ni en los espacios ya perdidos, donde cada astronauta que somos, estamos viendo por las ventanillas del trasbordador, el desconsolador panorama que nos depara asistir a nuestros propios funerales: la deprimente e increíble realidad de Los Funerales del Futuro.

La intención de este ensayo, es la de llamar la atención de aquellas personas que de verdad aman la vida y les duele el dolor del mundo. Es la de sensibilizar con mayor fuerza el instinto de la supervivencia y reafirmar más todavía, el aprecio que sienten los poetas por la madre tierra, mal tratada por sus propios hijos, porque aunque ella no llora ni se queja, nos está expresando con lo que acontece, que está enferma, nos está diciendo que no la dejemos morir todavía, que cesen las pruebas nucleares en sus mares, que eliminen el consumo de combustible fósiles, que paren la tala indiscriminada de bosques, que abandonen la persecución infame y sangrienta de animales sólo por el valor comercial de sus pieles como las nutrias, de esos inermes animales hermosos como las ballenas, perseguidas y acecinadas ya en vía de extinción, porque el día, y ojalá esté lejos en el tiempo, que se rompa para siempre el equilibrio ecológico, se romperá igualmente el cordón umbilical que nos une a nuestra madre naturaleza, y entonces los poetas no tendremos más nada que decir. Y no lo diremos no porque murió la fuente de inspiración, la naturaleza, no podremos decirlo porque estaremos en otra dimensión, más allá de éter, donde tal vez ni Dios nos pueda consolar, porque aquí vivimos días lúgubres con este panorama. Pero también vivimos días felices en los cuales todo parecía primavera y, jamás imaginamos que un día, llegaría un otoño lánguido cubriendo con su manto de hojas secas, los sueños que soñamos de niños, sepultando ya para siempre el milagro de la vida.

Entonces ya no será posible ni siquiera, evocar en la memoria de los siglos, el canto alegre de las ballenas, las danzas acrobáticas de los delfines, los colores del mar en crepúsculo, el blanco impoluto de los nevados, la majestuosidad de las montaña azules, los arreboles policromáticos de los llanos, las briznas de arco iris al alba, y ya no cantaremos a las mujeres, los cantos de amor del Cantar de los Cantares del rey Salomón.

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