“Todo tiene su
tiempo, y todo
lo que se quiera
debajo el cielo
tiene su hora”…
Eclesiastés 3:1.
Ya
es tiempo que dejes tu funesto pasado en las profundidades oceánicas del
olvido, porque si lo dejas vivir en tu mente es el origen de pesares.
¡Sepúltalo!
No
verás la luz si albergas la soberbia en tu espíritu, pero no el espíritu
fundamentalista religioso, sino el magnetismo del imán que eres. Recuerda que de las tiniebla nacen los temores
y la soledad.
Así
como llegó tu tiempo de nacer, igualmente debajo el cielo, llegará la hora de
tu partida, y ese día, discurrirán vientos ineluctables en tu alma y nada
detendrá el reloj de tu destino.
Quien
te quiere, no se olvida de ti, siempre está en su memoria, aunque esté
distante, porque en la distancia el afecto es como una flor sempiterna.
Si
por algún motivo involuntario de tu parte lo ofendiste, él se olvida de su
orgullo y te envía una carta en la que perdona esa nimiedad, y te dice, “te
quiero, porque eres mi amiga u amigo”. Recuerda que amigos muy pocos, conocidos
muchos. Quien reconoce a un amigo, se reconoce asimismo porque ama.
Ahora
es tiempo de no esperar que te devuelvan lo que con amor regalaste, los regalos
no son compromiso, son regalos.
Ahora
es tiempo de soltar el odio, el resentimiento y la soberbia que has guardado
como un pírrico triunfo inicuo en tu corazón, déjalos ir porque ya no te
pertenecen, pertenecen a ese sombrío pasado. La vida es para vivirla hacia
adelante, jamás hacia atrás, porque vivirás en la oscuridad cual fugitivo de la
tiniebla, preso de amarguras.
En
el jardín de la vida hay flores que se marchitan, no permitas que te conviertas
en una de esas flores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario