sábado, 5 de diciembre de 2009

CANTO A UN AMOR TROPICAL

Cuando te dije “te quiero”, te expresaba el sentimiento de amor
que me inspiraban la tibieza de tus manos,
el canto silvestre de tu voz,
la cadencia de tus caderas danzando
al ritmo de una canción de palmera,
mecida por la brisa tropical del Caribe.
Cuando te dije “te quiero”, te expresaba también
la urgencia de besar tus labios, porque los míos
se marchitaban por los vientos ineluctables del olvido.
Cuando te dije “te quiero”, igualmente te manifestaba
esas ansias de verme en tus ojos de mar,
de sentir el calor de tu piel
quemando la mía, para fundirlas en el crisol del deseo
y sentir el placer que da en el alma, oír el canto de un amor tropical
donde la brisa, el mar, las palmeras, el sol y la arena,
también inspiran el sentimiento de un te quiero o un te amo,
aunque tú no lo oigas, porque mi voz está lejana
y mis manos no te alcanzan.
Pero nada de esto importa, porque sólo me importas tú.
Me importas más que la angustia del ciego,
porque no puede ver una aurora naciente
o un crepúsculo moribundo,
que viaja solitario, para perderse en la oscuridad de otra noche.
Me importas más que la ansiedad de un sordo
que no puede escuchar la sinfonía inconclusa de un cisne que muere.
Y me importas más todavía, por la desesperanza
de no tenerte ahora, para decirte,
que te quiero como entonces,
por siempre.

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