lunes, 7 de diciembre de 2009

EL ARTISTA

La sutil fragancia de tu piel de seda
fue el sortilegio / el embrujo embriágate /
que entonces desbocó el frenesí
de esa pasión volcánica
que terminó en tormenta,
porque sembramos huracanes
tempestades que barrieron hojas de ilusiones
lluvia que ahogó la quimera
de una esperanza fallida.
El tiempo no fue suficiente
para otra oportunidad
pues ya el camino estaba bifurcado
{como lengua de serpiente}
tú en un sentido y yo en el opuesto.
Todas las promesas
las auroras
los crepúsculos
los días idos ahora en el olvido
el paseo cotidiano por la alameda
{como una música lejana de violines que gimen}
se diluyeron en lo profundo del bosque
donde la esperanza falló.
Yo no lo quise
tú tampoco
¿quién?
sólo nosotros fuimos responsables del naufragio.
Ahora me reconstruyo,
retoño como árbol de voluntad firme que avanza,
y de las piltrafas que aún me queda en mi espíritu,
volveré a ser lo que fui antes de la tormenta.

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