sábado, 5 de diciembre de 2009

COMO LAS ESTACIONES

Llegué y me fui
como las estaciones.
Una vez aquí, cautivo en el dédalo del tiempo
no hallé tregua en el sombrío escape a la muerte.
Encontré un poco de angustia en el discurrir de los siglos
algo de efímera felicidad y placer en noches de lujuria.
En el temerario delirio de fuga
quise escapar a las adversidades
a las derrotas
a los temores
a la falsa sonrisa de aquellos
que un día me besaron en la mejilla
para brindarme el ramillete de las rosas del desprecio
y así, manchado con el beso de la traición
navego por un universo de piedras doradas
que giran orbitando galaxias de dudas
infinitas quimeras de ilusiones como sueños fallidos.
Vago entonces como un aerolito por olas cósmicas
y desde esa infinita fantasía, jamás he entendido el enigma de Dios
o el misterio de la creación.
Por eso, simplemente vivo con la paz del viento en reposo
con la furia del océano en tormenta
con la agresividad de un huracán en vigilia
con el canto del pájaro eterno que cumple su ciclo
para renacer de sus propias cenizas y retornar a la vida
Yo también llegué y un día, y otro, me iré
como las estaciones.
Llegué con el amor en mis huesos
y me iré con la nostalgia en mis venas
por el simple hecho de haber vivido
de haber visto cómo pasaron los siglos
de cómo recibí desprecio entregando a cambio amor
me enfrenté al rencor
derroté el tedio
para liberar mi espíritu del nefasto suplicio del odio
y aparté entonces de mi a las personas fastidiosas y agresivas
y así cual llegaron, también se fueron
como las estaciones.
Yo me quedé solo con mi luz,
de repente, apareciste tú en medio de arreboles cristalinos
surgiste del deseo y encallaste en la playa de la esperanza
donde desde siempre te esperaba
para saber que un día
así cual llegaste, igualmente te irás
como las estaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario