martes, 14 de julio de 2009

TU LA LUNA Y YO CONTEMPLANDO EL CIRCULO IRIS

En tu mirada hay una lejana melancolía
porque en ella evocas los días idos
de esa arrolladora pasión en llamas
que quemó tu corazón una noche
bajo el influjo ardiente de un claro de luna.

Tú mirabas la luna puesta en el cenit
rodeada del círculo iris
con luciérnagas de luceros en la lejanía
como tu larga melancolía
por un amor que tú misma sepultaste.

Yo jugueteaba igual que un niño con tus cabellos
semejantes a un enjambre de estrellas
y la tibia arena de la playa
calentaba nuestros cuerpos
ávidos de amor y ternura.

Mi corazón también ardió de júbilo
por la pasión en llamas que brotaba de tu piel,
y el susurro a mi oído que tu boca cantaba,
la brisa del mar lo arrastró como barca en naufragio
igual que nuestros ensueños de aquellos días en olvido.

Entonces, una tarde de brumas
Volví al mar y esperé la noche
a fin de preguntarle a las estrellas, ya sin luna,
que si más allá del firmamento
habían visto a una bella doncella
llamada por los ángeles Quimera,
una radiante y hermosa doncella
de nombre Quimera.

Un rayo rasgó las tinieblas
y el eco estelar,
me respondió con voz de tormenta,
con el grito estridente de un desastre marino,
dijo,
“nunca”,
“nunca más”.
Y jamás la vi
Sólo hallé en la playa
el sepulcro
Donde ella sepultó en la fosa del olvido
Aquella pasada pasión.
Pablo Tornero

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